(Los desvaríos del mundo capitalista)
Javier Monagas Maita
Quien en estos tiempos, no esté en sus cabales de manera firme, puede terminar por empezar a ver platillos voladores con sus respectivos marcianos, en el patio de su casa o en los mercados públicos, si así lo quieren los medios. La imposición de matrices informáticas de manera forzada por los medios de comunicación masivos, está produciendo una disociación real, no de la realeza, si no de la realidad. El bombardeo atosigador, ha llevado por ejemplo, hasta los más inocentes y menos interesados en esa fantasía de enfermos que es ese asunto mediocre de reyes, reinas, príncipes y princesas, debatir al respecto, con una supuesta autoridad irreal. Ver a un humilde vendedor de helados, conversar con la señora que limpia la casa del medico de la esquina, tratando los detalles de la boda de los parapetos esos llamados príncipes de Inglaterra, y haciendo las observaciones de los detalles que ellos corregirían para que fuera de más categoría, es demostrativo del poder que esos medios representan, incluso medios de comunicación supuestamente revolucionarios como VTV, TELESUR, se empatan en la ola absurda de destacar semejante apología de anti valores. Para estas dos personas, no importa tanto la verdad de los miles de inocentes que en su nombre, en el de la democracia, en el de la salvación de pueblos que ellos asesinan; están masacrando en este preciso momento en Libia, en Irak, en Afganistán. Ellos fueron inducidos a exaltar como suyos, las incidencias de la farsa boda real y a soslayar una realidad que en algún momento les puede alcanzar (plan Balboa). Para las victimas del ataque mediático, solo existe lo que les enseñan es su otra realidad mediática. Lo demás es solo asunto de otro mundo muy ajeno al propio, así lo tengan al lado y los esté afectando directamente.
No voy aquí a acusar a nadie en específico de tener la culpa de este fenómeno. Culpo a la apatía, a la arrogancia, a la insinceridad, al complejo, al comodismo, a la cesión ante el poder enemigo. Culpo a la falta de conciencia, a la estupidez de creer que por que se tiene un cargo, un sueldo y compramos lo que nos incitan a comprar; ya el mundo cambió y lo demás se queda igual. He allí el meollo del asunto.
No tienen culpa ni el vendedor de helados, ni la señora que limpia. Tenemos culpa los que nos decimos revolucionarios, los que creemos tener una visión más exacta del mundo, sus sucesos, motivos y consecuencias, pero que nos diluimos en una sarta de mentiras piadosas y frenos auto impuestos, esperando que otros hagan lo que nos toca hacer, por tener una supuesta comprensión dialéctica de la realidad social, económica y política. Por decir que conocemos algo de la lucha de clases, y sin embargo cuando podemos nos dejamos absorber por sus privilegios y olvidamos los principios éticos y morales. Ese es el punto central de este proceso. El gobernador que no gobierna, si no que hace negocios. El Alcalde que no regenta, si no que tarifa comisiones de contratos, el empleado que no resuelve, si no que retarda la solución para aplicar la matraca. El militante que no milita, si no que acata líneas, así sean contrarias al espíritu que se dice defender sin protestar o discutir. El escritor, comentarista, articulista, que está a la expectativa de lo que los otros hacen; para enfilar las baterías de la crítica destructiva hacia quien o quienes, al menos actuaron errada o acertadamente; pero actuaron en consecuencia de algún suceso o acontecimiento.
Esta categoría de “revolucionarios” o de opositores son los falsos positivos de la política, esos personajes que nada aportan, que nada hacen, pero que todo lo critican, y todo lo ven mal; Si se actúa está mal, si no se actúa esta mal. En Venezuela desde que nuestros antepasados indígenas fueran despojados de su ciudadanía y derechos naturales Abyayala, la injusticia ha sido la que gobierna. Muchos intentos han brotado de la narrativa de la historia, incluso un ejemplo que a pesar de ser tan heroico, es a veces minimizado por el egoísmo y la anti historia, como el de Simón Bolívar. Este gigante de la acción humana, nació rico, murió pobre después de tanto batallar por darle patria a un pueblo. Fue traicionado, burlado, humillado, vejado y por ultimo negado el derecho a disfrutar de lo que por tanto luchó: Una patria. Ese Bolívar, es para la oligarquía capitalista de ayer y de hoy, un demonio, solo un símbolo monetario, con el cual se saquean, los dineros públicos de una nación y los sudores de un pueblo explotado. A ese Bolívar guerrero y justiciero lo demonizan. Pero santifican a un esperpento de contrabando humano (Juan Pablo II), que hizo de todo en el mundo y con el poder que le dieron, para frustrar los sueños populares de justicia y libertad, un ser que ofendió la dignidad humana de todas las formas posibles, que toleró y amparó en el silencio cómplice, la violación de niños y niñas por parte de miles y miles de sacerdotes depravados, que avaló los saqueos, genocidios y empobrecimiento de los pueblos del mundo en su mayoría, que contribuyó a meter más riquezas mal habidas, bajo el engaño de la fe, la religión y un dios falso, en las bóvedas del Vaticano, mientras a su lado, millones y millones de seres humanos mueren de hambre y sed por no tener nada de valor capitalista para comprar el derecho a la vida. Solo eso: el sagrado derecho a comer y beber para vivir. Despreciando incluso las falsas predicas escritas en sus falsos libros sagrados. Un oligarca de una mafia llamada Iglesia Católica, Apostólica, Pedófila y romana, que era cómplice de los desmanes cometidos por el imperio más sanguinario de la historia humana: el imperio sionista yanqui.
Son esos intereses mediáticos de lo absurdo, los que resaltan un atraso inmoral de la humanidad. Como esa fantochería de la realeza o reinos, que ampara y esconde las explotaciones de los seres humanos por una minoría, que niegan las luchas de clases y defienden los privilegios grotescos de esas elites enfermas. Los que amparan a los culpables de los asesinatos denominados falsos positivos en Colombia, México, Centro América y los Propios EEUU. Crímenes con los cuales disfrazan la muerte como negocio y lo demoniaco como santo.
Después de esta breve descripción de lo cierto con certeza, por no decir de lo real, pregunto ¿No es necesario controlar a esos medios guerreristas, enemigos del pueblo, que usan los espacios y el espectro de una nación, para agredir y engañar a los legítimos dueños de ese bien? Si el hogar es un espacio inviolable y, la ley pena la propaganda de guerra, la discriminación y la promoción de malos ejemplos que estén reñidos con la moral y la ética ¿Procede eliminar de un plumazo todos esos factores malignos que atacan a la sociedad venezolana y mundial? Siendo que la defensa de la patria y de la soberanía de la nación es un deber constitucional de todo ciudadano e, instituciones de toda índole, dentro del territorio nacional y más allá ¿No es una violación a la norma permitir la difusión de medios de comunicación que atentan contra la patria, la soberanía y defienden intereses extranjeros? ¿Son las leyes para su oportuna aplicación sin excepción?
javiermonagasmaita@yahoo.es www.planetaenpeligro.blogspot,com / lo que será
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