jueves, 8 de noviembre de 2012

Las legislaciones como armas de destrucción masiva


Javier Del Valle Monagas Maita (*)

        El gran problema de los trabajadores, campesinos y estudiantes, es que sus enemigos saben utilizar las leyes para darles visos de legalidad a sus crímenes y,  es que nuestros pueblos en su gran mayoría aun no saben de lo poderosa que es la ley positiva, para oprimir o para liberar.
     Pongamos por ejemplo a la Europa actual: todas las medidas económicas, políticas y sociales, son en sí, de un alto contenido inhumano y criminal. Pero las instancias de poder que generaron la crisis económica para su beneficio, se cuidan muy bien de manipular a la opinión pública con mensajes engañadores y promesas falsas, para embaucar la voluntad de aquellos electores, a los fines de que elijan a sus verdugos en la presidencia y los parlamentos, para que desde allí, se impongan leyes que legitimen el despojo y los maltratos contra las mayorías. Por ejemplo en España, Italia, Portugal y Grecia; un parlamento de derecha, elegido engañosamente por el pueblo, legisla para disminuir las pensiones de los trabajadores jubilados, alargar la edad de jubilación, aumentar los impuestos a la población, dar mayor poder a los bancos para quitarles sus viviendas a las familias, facilitar los despidos masivos, con pocas remuneraciones, aumentar el costo de la vida  en general. Así mismo obliga al país a endeudarse para que obtenga fondos con los cuales alimentar la voracidad de  los banqueros y empresarios ricos. igualmente, esa misma instancia, se auto faculta para crear leyes que permitan entregar los bienes, servicios, riquezas naturales y hasta el propio territorio a los grandes capitales transnacionales, en detrimento de las mayorías.  Es decir una minoría asume compromisos de deudas monstruosas, que luego deben pagar los pueblos, sin consultarles.
                                             
     A esa desgracia debemos sumarle el acoso mediático, sistemico y constante, mediante el cual se le induce a las personas a consumir, a tener de todo lo que les vendieron como necesidades prioritarias, aun no fuese cierto y, que de esas posesiones dependía su estatus social, su auto valoración, su lugar en la sociedad y hasta su felicidad. Así, en la efervescencia de esa sociedad, el vecino, el compañero de labores, el familiar, etc. representaba el espejo donde lucir las banalidades en posesión y restregar en el rostro la superioridad de estatus.  La discriminación, el racismo, el desprecio y la mirada de reojo, era o es la respuesta contra los demás pueblos.  El trato dado a los extranjeros se vistió de indignidad, de calificativos despectivos, de ofensa por el color de piel o del lugar de origen: ”sudacas”, “monos” “brutos”, “muertos de hambre”.  A ese trato se vio o, se ve sometido, el extranjero en Euro
                                                 
     A ese pueblo europeo, le hicieron olvidar como sus antepasados se refugiaron hambrientos y adoloridos en América, África y hasta Asia, para poder sobre vivir a las consecuencias de sus guerras fratricidas. En todo ese drama absurdo, las legislaciones favorables a los poderes dominantes, crearon las condiciones para lo que es y lo que se vive en el mundo hoy.
     Esos suicidios aparentes, de griegos, españoles, italianos, portugueses, etc. Que se ven reflejados en los medios, no son en realidad suicidios. Son homicidios inducidos. En esa catástrofe tienen culpa: el gran capital, sus medios de distorsión y envenenamiento colectivo – mass media – pero tal situación no es casual, al contrario es producto de una muy bien planificada estrategia, mediante la cual a los pueblos les arrebatan todas sus conquistas históricas y los retrotraen a la época de la esclavitud, donde se trabajaba para un amo y tan solo por la comida.
     Es más, debo decir, que las legislaciones, aun en gobiernos de corte popular, si no se es de verdadera condición revolucionaria y anti sistema capitalista, incluso, teniendo espíritu y dirección a favor de los intereses del pueblo, son ignoradas y echadas a un lado por el aparataje  de justicia corrompido.  Pongo solo como ejemplo el decreto 1666, que facultaba a las alcaldías a ceder la propiedad de los terrenos municipales, donde existieran viviendas familiares, por un precio simbólico ¿De tantas alcaldías reaccionarias y de izquierda, cuantas en Venezuela dieron cumplimiento a este decreto?  Lo que digo, es que una revolución no es tal, si el poder judicial está al servicio de los intereses capitalistas y que pese a que se hagan leyes que beneficien los intereses de las mayorías, si esas leyes no son acatadas y aplicadas por el sistema de justicia, es solo letra muerta.  Para que eso deje de ser así, es necesario desplazar a todos esos fósiles que sirven de trabas a la dinamización y actualización de ese poder ¿Una misión justicia quizas?

      En el caso de Europa, se impone la urgente necesidad de impulsar los cuerpos legislativos populares en sustitución de las mafias pro capital, caso semejante se vive en USA
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