Javier Del Valle Monagas Maita
Muchos
a veces, creemos que la realidad es solo lo que se circunscribe a nuestro
rededor y nuestros intereses particulares.
Incluso algunos llegamos al extremo de considerar que todo está bien, y
está bien hecho por qué los beneficios nos resuelven nuestras carencias y
nuestras dudas. Nos cegamos de egoísmo y hacemos invisible a los demás y sus vivencias.
Una
de las grandes ventajas que tiene el enemigo común de la humanidad
(Capitalismo) es que envuelve nuestra conciencia en una especie de celofán
egoísta que nos sirve a la vez de gríngolas y tapaojos y que nos hace
impermeables ante el dolor y las necesidades de nuestros hermanos de clases,
pero a la vez nos hace muy sensibles a los
vicios y maldades con que el enemigo nos impregna por medio de su vacunas mediáticas,
psicológicas e inducidas.
Precisamente,
la función básica de la colonización cultural, económica, política, social,
educativa, etc. Está en castrar la capacidad de discernimiento y de generar
ideas y conceptos propios a partir de la realidad que nos rodea. Imponiéndonos
a cambio toda una gama e mentiras
malignas con formas de verdad y que nos las hacen fácilmente digeribles
vía atosigamiento. Usando incluso la excusa del entretenimiento o la diversión
(Uso de la televisión y cine, entre otras cosas, como lo peor de nuestra cotidianidad)
Es
así, como quien o quienes tienen que enfrentar al enemigo del crimen organizado
Sion capitalista. Tienen que ser fuertes, inteligentes, bien apegados a la
realidad real y no la realidad mediática colonizadora pre creada en
laboratorios, para poder vencer las trampas que ese enemigo nos pone en cada callejón y segundo de existencia.
Deben aprender a ser desconfiados y muy buenos calculadores. Es más, diría que
están obligados a desarrollar un sentido común extra y equilibrado. Tiene que
aprender a pensar como el enemigo y adelantarse a sus acciones.
Hugo Chávez demostró con creces y
comprobadamente que poseía esas cualidades antes descritas. Siempre anduvo un paso adelante del enemigo y
no tuvo temor de usar sus propios espacios para comprometerlo. Fue así, que uso
las diferentes cumbres de la OEA para derrotar el ALCA, los escenarios de la
ONU, para ridiculizar a Bush, los espacios geográficos supuestamente vedados a
los mortales (Viaje a Irak en plena prohibición imperial de tener contacto con
Sadam Hussein, etc.) para refundar la OPEP.
Esa
aguda percepción del comandante-pueblo, fue la que le indujo a designar a
Nicolás Maduro como su sucesor en la conducción del proceso, una vez entendido
su inevitable desenlace de vida. Superando su coma, Hugo Chávez saco fuerzas de
donde no podía, para poder hacer un balance neutro, de quien era poseedor de
las cualidades que según su criterio, fuera capaz de enfrentar de forma exitosa
la arremetida segura del enemigo, una vez dado el desenlace fatal de su vida.
Debo
decir -No sin gran orgullo y hasta con egoísta honor- que Nicolás Maduro ha
dado la talla. Se ha convertido en un gran estratega, con aciertos y con fallas
-¿Quién no? Pero indudablemente que el líder obrero, ha sabido desempeñarse en
su gestión, sorprendiendo a todos los que lo subestimamos. Sobre todo sus
enemigos internos y externos. ¿Qué es criticable? Claro que sí, y es necesario
hacerlo. Pero también debemos hace
críticas constructivas, oportunas y realmente necesarias, no charlatanería fútiles,
habladeras de paja para figurar. Pero debemos también entender que por su
posición privilegiada, el camarada obrero, posee y maneja informaciones
delicadas y muy clasificadas, y que es su obligación, prevenir en lo posible daños sufrimientos y dolor al
pueblo, a la patria. Claro está, también cuenta con equipos humanos de alta capacidad
intelectual que le asesoran.
Sucede que a veces, aun entendiendo las
claves de los hechos, enfocamos nuestros reclamos y críticas contra quien es
atacado por el gran enemigo y obviamos al atacante, a la fuente real de la
agresión y sus intereses. Así veo a camaradas, hermanos y obreros acusando a Nicolás
de culpable de lo que pasa en Venezuela desde 1999, sin pararnos a ver las pruebas
claras de quienes son los verdaderos culpables y enfocamos las baterías
hacia el sitio equivocado haciéndole un gran favor al verdadero y único enemigo,
debilitando al amigo, al compañero de batalla. Así se pierden las guerras y las
revoluciones.
Urge
poner toda la confianza posible en este momento en Nicolás Maduro. No es por entreguismo o por dogmatismo.
Simplemente es por necesidad de darle fortaleza psicológica, moral y humana a
quien voluntariamente dimos el poder para defendemos como pueblo, nación,
revolución y futuro de patria libre. Tenemos que hacer de Nicolás un gran
pueblo y del pueblo un gran Nicolás. Es prioridad. Pongámonos en los zapatos de
Nicolás por un momento. Solo unidos
¡VENCEREMOS!
*Abogado
con Patria
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