lunes, 13 de febrero de 2012

Los asesinan por defender la vida, la naturaleza, el planeta, el agua


Javier del valle Monagas Maita
Es la continuación de la maquiavélica práctica que trajeron los invasores europeos desde 1492. Mientras los aborígenes (y ahora se les suman los campesinos), protegen, cuidan los recursos naturales y el corazón de la Pachamama para garantizar la subsistencia, el glotón sistema capitalista, depreda el medio ambiente, envenena las aguas, destruye las siembras, asesina los arboles y a los indígenas en una alocada carrera por obtener oro, un metal convertido en riquezas y que solo sirve para sostener la fiebre y la enfermedad de la avaricia que consume todo sentido común.
La locura minera está desolando al planeta. Esa absurda practica, unida a la deforestación de las selvas tropicales, está dejando a la humanidad sin fuentes de oxigeno y agua. Ya quisiera ver yo, cuando esos enfermos avaros y vanidosos ricos capitalistas tengan sus arcas repletas de oro y dinero, pero los suelos del planeta destruidos y las aguas agotadas o envenenadas, que comerán, que respiraran.
El problema no es que esas alimañas no respiren ni se alimenten, el asunto es que millones y millones de seres inocentes sufrirán las consecuencias de la inmunda conducta de esos egoístas. En Perú, Chile, Argentina, México, Costa Rica, pero sobre todo en Colombia y Panamá, se están masacrando, repito: MASACRANDO a los indígenas y a los campesinos para arrebatarles sus tierras y para que la minería o la construcción de represas capitalistas, exterminen la vida vegetal, humana y animal, e inmensas extensiones de tierras fértiles; tan solo para convertirlas en riqueza muerta que satisfará las apetencias disociadas de unos locos que ven en su afán de acumulación de riquezas el alfa y el omega de su absurda existencia.
El mundo tal como lo conocemos entra en una fase de agonía. Pero los avaros capitalistas, solo ven en la destrucción, las guerras y la expoliación en general. La oportunidad de ser más poderosos en base a acaparar desmedidas riquezas materiales. No comprendo como se puede ser tan ciego, tan ignorante, tan insensible, tan vulgar, como para no detallar que sin los arboles, los suelos fértiles, las aguas limpias, de nada vale ninguna posesión.
La ambición, es la enfermedad más peligrosa que ataca a la humanidad, ella le impide a quien la padece, ver la objetividad de las cosas, convirtiendo al hombre o mujer poseídos, en instrumentos de muerte para si y para los demás inocentes. La previsión, no tiene nada que ver con la gula y la ambición grotesca. O la humanidad rectifica a tiempo, o simplemente se extinguirá sin remedio.
javiermonagasmaita@yahoo.es www.planetaenpeligro.blogspot.com / lo que será

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