Lo que será: El dilema de hoy

(Pese a lo que sea, me resteo con Maduro)

Por: Javier Del Valle Monagas Maita (*)

cuatro pilares entre otros

La lucha en Venezuela en estos días entre un pueblo noble contra la oligarquía, capitalista explotadora y expoliadora, no se trata de una fajina de una tendencia política contra otra, ni de un sentimiento simple con el cual algunos obtendremos favores y beneficios personales. Esta lucha es de mayor trascendencia y garantía de vida. Se trata de tener patria, de la supervivencia de las mayorías en libertad con soberanía, estabilidad, respeto y en uso gozo y disfrute de sus posesiones, derechos y garantías humanas, incluyendo el sagrado derecho a la vida.

No voy a redundar en la disposición y capacidad de hacer el mal por parte del poder económico. Ya la historia y los recientes hechos sucedidos en Venezuela dan fe de esa malévola conducta de la clase elitezca burguesa, no solo aquí. En todo el mundo. Sabemos que al disponer de todos los poderes tanto político, económico y mediático, la oligarquía ha sembrado la discordia, el egoísmo y la deserción en algunos sectores populares para convertirlos en su instrumento de represión contra la propia clase social pobre (incluyo aquí en la clase pobre a los denominados clase media, que solo son pobres con un poquito mas de ventajas económicas y sociales a los fines de mantener la división popular) pero lo cierto es que en su egoísmo, la burguesía neo liberal, desprecia la vida y los elementos naturales que la sustentan. Así va destruyendo selvas, ríos, montañas, mares y desiertos para obtener dividendos económicos, en esa perversa depredación se lleva tras de si millones y millones de victimas humanas, de la fauna y la flora.

En Venezuela podemos decir que tenemos la gloriosa posesión de patria. Después de haber sido marginados extranjeros en nuestro propio suelo, sin derechos ni garantías. Nuestra autoestima fue atacada a tal punto, que lo nuestro, lo autóctono: nuestra cultura y folclore, historia patria, nuestros héroes fueron estigmatizados y colocados al margen del honor; sobre poniendo a ellos la transculturización y la adoración pervertida de las nefastas costumbres capitalistas del imperio Sion – yanqui.

A esta fecha, junio del 2013, la patria venezolana, es blanco de ataque económico, político y militar en baja intensidad. Eso no es casual. Como no es casual nada de lo que ha ocurrido ni ocurrirá a partir de aquel 4 de febrero del 1992. Todo es parte de un plan. En este preciso momento, los alimentos, la s fuentes de energía eléctrica, los logros sociales están siendo atacados sin piedad. La intención es debilitar el apoyo popular al proceso bolivariano. Sabemos de donde vienen esos ataques, sabemos los medios y los vehículos que usan para tal fin, conocemos sus líderes dentro del país. Es más, ellos se dan el tupé de anunciar lo que pasará en un periodo de meses, en creencias de que sus planes resultaran. Han logrado quebrantar la tranquilidad y estabilidad del pueblo. El poder económico aplica las mismas técnicas que hicieron contra allende en el chile de 1973. Magnifican los defectos naturales y normales del proceso, esconden los logros y avances sociales, económicos y políticos, vejan la memoria del líder y ofenden a su familia. Saben que así ofenden también al pueblo venezolano. Poco a poco, con la complicidad mediática pretenden inculcar en el corazón del pueblo la desesperanza y matar la ilusión de ser un pueblo digno y soberano. Lo que no entienden esas alimañas, es que también van templando la voluntad popular para enfrentarlos en el terreno que sea. No amenazo cuando digo que los jóvenes, los hombre, los adultos, las mujeres, tomaremos las armas que sean necesarias para defender nuestro futuro. Pero no estamos dispuestos a ser vasallos de ningún imperio ni de elites pervertidas.

Tenemos un gobierno electo por las mayorías, tenemos un presidente electo por las mayorías, tenemos una nación soberana protegida por las mayorías. Tenemos espíritu de guerreros alojado en las mayorías. Tenemos la disposición de vivir y morir por esta patria. Una patria rescatada desde las cenizas por el batallador Hugo Chávez Frías. Por el soldado del pueblo, que vive multiplicado en millones de guerreros. Sepan que no nos doblegaran por el estomago, por los vicios, por el temor, por los lujos, ni por las falsas necesidades materiales. Seremos soberanos, libres e independientes por encima de lo que sea, contra quien sea y cuando sea.

Nuestra encrucijada hoy es ser colonia yanqui, con un pueblo sumido en la miseria, sin derechos y oprimidos por botas extranjeras, para beneficio de una minúscula e inmoral elite burguesa desarraigada y sin sentido de pertenencia. O en su defecto. Un pueblo libre soberano. Determinante de su destino, de su libertad, forjador de vida y de amor patrio. Con visión de grandeza de pueblo y refugio de ideas libertadoras inspirados en Sebastián Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y Hugo Chávez, entre otros grandes de la patria.

No me canso de repetir que una revolución no se consolida por la vía pacifica. El enemigo no entregará sus egoístas privilegios fácilmente, pero quien quiera tener patria y vivir con dignidad debe estar dispuesto a aportar el sacrificio necesario para tal fin. Creer lo contrario es iluso. No pretendo asustar a nadie ni reflejar la idea de que adoro la guerra. Son cosas elementales. Quien así no lo entienda y trate de arriar banderas, solo estará contribuyendo a ser esclavo de extranjeros en su propia tierra y a legarle sus hijos y nietos un oscuro destino de miseria, indignidad y opresión. He allí nuestra encrucijada y sus dos únicas alternativas. El asunto es que después de tomar la vía que se decida, no habrá retorno. Por una habrá vida, esperanza y honor. Por la otra muerte, pesar y dolor. Amen, que seremos juzgados por las generaciones venideras en caso de errar. Nadie está obligado físicamente, pero si moral, ética e históricamente a tomar el rumbo correcto.