Javier Monagas Maita (*)
Si algo caracteriza al sistema burgués capitalista, es la manipulación de los sentidos humanos, la fe y la concepción misma de las cosas. Hasta la degradación de los elementos alternativos de auto defensa que el pueblo se da, para enfrentar el aparataje represivo de dominación que le impone esa burguesa y su estado parapolicial; a la fuerza, sicológica y jurídicamente, para mantenerlo en una cárcel limitada a la voluntad de las elites de dominación. Le imponen drogas y vicios Para mantenerlo neutralizados, se valen de una educación dirigida, unos medios de comunicación cónsonos con esa estrategia esclavizante, incluso los juegos infantiles conllevan una carga alta de discriminación y desprecio al color de piel y al status social, las mismas comiquitas importadas desdeñan y humillan la condición de latino y pobre, un sistema organizativo social, custodiado por ejércitos, policías y normas represoras, que impiden o tratan de impedir que ese orden sea alterado en lo más mínimo, por las mayorías oprimidas.
Las reglas del juego burgués son respetadas por éste y sus árbitros; siempre y cuando favorezca los intereses de esa clase dominante. Se dice que las normas son sagradas e inviolables, cuando el que las violenta no forma parte del clan rector de la sociedad. Pero en cuanto esas reglas colidan con los intereses y objetivos del status, entonces se dice que no cumplen ya con el fin y simplemente son derogadas por otras que restringen más el acceso del pueblo a las esferas de poder y liberación
En el sistema capitalista burgués, el pueblo solo tiene derecho a obedecer. Las leyes se hacen para satisfacer las necesidades de una clase que se apropia de todo. Las concesiones que se le hacen al pueblo, son solo asunto de tácticas y conveniencias. Pero cuando se hace necesario sacrificar algo en esa sociedad de dominación, son los intereses de las mayorías los que sufren esa alteración. Los medios de producción, de distribución, de transacción comercial y de intercambio, son controlados por una minoría que encuentra en el acaparamiento de esos instrumentos, una forma ideal de imposición o poder, con el cual se apoyan para someter
En la medida que las estructuras de dominación se acentúan, los instrumentos represivos se perfeccionan y los convierten en métodos más inhumanos. Así la tortura que se creía superada y condenada por las leyes internacionales. Hasta nacieron los DD.HH como un mecanismo de defensa contra ese método bárbaro. Pero llegado el momento en que las elites creyeron conveniente aplicar nuevamente la tortura, simplemente lo aplicaron sin dar mucha explicación. Abu- grahid, Guantánamo, las cárceles secretas, el submarino etc. pasaron a formar parte de la legislación capitalista yanqui. Ahora no es ilegal para ellos utilizarla contra inocentes y las dictaduras seudo democráticas al servicio del imperio y la burguesía así lo acatan.
Al pueblo le despojan de sus tierras, de su limitada libertad. Le prohíben organizarse. Le roban su esfuerzo y trabajo. Le manipulan para enrolarlo en los cuerpos represivos que golpean a su propia clase social y garantizan el poder a la oligarquía. A ese pueblo, le ponen trabas para impedirle superarse mediante la educación. Le desconocen derechos fundamentales como la salud, la alimentación, la vivienda, el vestido. Pero por sobre todo eso, le prohíben unir esfuerzos para superar sus deficiencias en colectivo. En otras palabras, el pueblo está indefenso ante las apetencias de las oligarquías.
El propio instinto de conservación impone la necesidad de organizarse para dar respuesta a las arremetidas. Surgen las guerrillas como método de guerra asimétrica ante un aparataje militar y policial, con apoyo logístico, que arrasa con todo lo que se le ponga en frente. Asesinan niños, niñas, mujeres, hombres, jóvenes, ancianos. Los crímenes sociales cometidos por las elites burguesas y sus instrumentos represivos, son justificados y convalidados por los medios de comunicación y las legislaciones intencionalmente redactadas. Es tanto su poder sicológico, que hasta las propias victimas, aceptan los abusos contra ellos mismos, como algo lógico y legal, llegando hasta a censurar y enfrentar, a quienes tienen mayor claridad ideológica, enfrentando al sistema brutal, burgués, capitalista.
No están equivocados quienes toman las armas contra ese sistema terrorista y criminal capitalista. Si tienen vigencia las guerrillas. En Colombia y en cualquier parte del mundo, donde el pueblo es oprimido y vejado. La demonización, es solo parte de la estrategia del enemigo, para hacer que se arríen las banderas de lucha y poder a fin de eliminar mas fácilmente a quienes tienen conciencia del terrible mal que es el capitalismo. Solo vean el ejemplo en Colombia, de los diferentes procesos de pacificación. Observen lo que le hacen al polo democrático hoy, como le asesinan a sus líderes y hasta tienen que huir de la nación para salvar la vida. TODO MECANISMO DE DEFENSA POPULAR ES VALIDO Y VIGENTE SIEMPRE. DECIR LO CONTRARIO ES CONDENAR A LAS MAYORIAS A SOMETERSE AL JUEGO DE DOMINACION DE LA BURGUESIA SANGUINARIA Y EXPLOTADORA.
Patria grande socialismo o muerte… venceremos
(*) Abogado Bolivariano
javiermonagasmaita@yahoo.es www.planetaenpeligro.bogspot.com / lo que será
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