El planeta, la vida y la humanidad, necesitan del aporte de todos nosotros para rescatarlos y salvarlos de las garras del capitalismo sionista explotador e inmisericorde. Es ahora o nunca.
viernes, 14 de septiembre de 2012
¿Por qué nos detraemos en lo no importante, mientras millones son asesinados a nuestro lado?
Javier Del Valle Monagas Maita (*)
“¿Por qué Ud. escribe esas cosas?” “¿no hay temas mas bonitos de los cuales ocuparse?” ¿Qué nos importa cuanta gente matan en Irak, Afganistán, Pakistán, Siria, Libia?” ¿Qué tenemos que ver con los desempleados, los sin techos, los que no comen en África, Europa, USA, etc.?” Así me preguntan en algunos correos personas que ven al mundo desde una realidad parcializada, enana, sectorizada.
Hay cosas básicas, elementales, obvias, que pese a su evidencia, pasan desapercibidas ante nuestra vista, oídos y atención. No es nada extraño. En realidad. Algunas veces, pasa por que nuestra visión del mundo se centra en situaciones o asuntos banales, de interés particular. O se diría que nuestra egolatría y egoísmo solo se fija en lo íntimamente relacionado a nuestra particularidad e intereses. ¡Ahh! Pero nuestra atención a veces es distraída intencionalmente por factores no fortuitos, es decir, por directrices externas intencionales, que son colocados de tal forma que nos centremos en sus configuraciones distractoras, para que no prestemos atención a lo esencial. En eso consiste la alienación mediática que nos inoculan por prensa escrita, radio, televisión, cine, videos juegos y hasta vayas publicitarias para que nuestro mundo se vuelva solo el entorno a nuestra vista. Lo demás lo vemos como una película irreal. No nos afecta, no nos incluye, no nos altera. Así nos dominan, así nos manipulan, así nos neutralizan.
La humanidad asiste hoy a un escenario de terror, en el cual unos pocos utilizan todos los recursos técnicos, científicos, militares, médicos, monetarios, etc. etc. etc., Pero pese a que los resultados de las malas utilizaciones de esos recursos presentan unos resultados conocidos como: muertes masivas, guerras, provocación intencional de desastres no naturales, hambrunas artificiales, y un sinfín de desgracias cuyo ultimo resultado es la perdida masiva de vidas humanas y destrucciones materiales de infraestructuras y de la naturaleza misma. El común lo ve y soslaya su atención hacia otras cosas de carácter individual. Nos hacemos los desentendidos y tácitamente creemos que eso no nos pasará a nosotros individualmente, con lo que demostramos un total desprecio por el sufrimiento y dolor ajeno.
La televisión y el cine nos acostumbraron mediante sus programaciones a que veamos los asesinatos, los crímenes como cosa cotidiana y hasta necesaria. Hoy esa catástrofe sicológica se ve reforzada por el consumo de drogas y su relación con la prostitución como algo intimo del comercio, del negocio, de la tasación de nuestras vidas y de nuestra forma de vivir: la civilización occidental.
Por que nos sembraron la idea de que es así como debe funcionar la sociedad humana. Se justifica hacer la guerra a otras civilizaciones, religiones, culturas y pueblos. En el fondo la perversión del capitalismo occidental nos impone que debemos forzar a que todo el mundo sea corrupto, criminal, asesino y perverso como nuestros amos empresarios y dueños de los monopolios macro económicos que controlan el poder en el imperio sionista cuyo máximo representante es USA. Así no nos asombramos cuando vemos la historia de nuestros aborígenes, como los exterminaron desde la tierra del fuego hasta la Patagonia, y a los que milagrosamente aun sobreviven al genocidio, los siguen asesinando, despojándolos de sus hábitats naturales e históricos, los estigmatizan. Hasta nos divertimos viendo las películas de indios y vaqueros y mientras más indios asesinan y mas asesino es el catirito vaquero invasor, mejor calidad le concedemos a la película y más taquilla hace.
La vida como tal ha sido devaluada por el capitalismo. Se resiente la muerte de un gran empresario, más que la de un benefactor humilde y sin privilegios. La ostentación, el lujo y las posesiones materiales marcan la grandeza de un hombre, de una institución de una empresa. Hasta en lo religioso, se ven: a obispos, pastores, cardenales, imanes, rabinos. Con unas indumentarias tan lujosas que rayan en el ridículo, pero que por razones de vanidad y apariencia enfermiza, les dan prestigio y valor ante los ojos de los que como ellos, tienen un cáncer incurable de vanidad en su cerebro.
No se fijan que por engaño, nos pretenden culpables de pecados originales, que ni siquiera conocemos. Pero que con dinero, ofrendas y sacrificios son lavados por unos sacerdotes sádicos, enfermos, que acumulan un inmenso capital de podredumbre y maldad a cuestas, pero que gracias a la bendición de un dios malvado, inexistente, apañador de crímenes y, son disculpados a conveniencia. Un dios terrorista, cuidadosamente elaborado para ser utilizado en proyecto de los ricos y en detrimento de los pobres. M ismo que es estandarte de los ejércitos mercenarios asesinos y de las empresas depredadoras mundiales.
(*) Abogado Bolivariano
javierdelvallemonagas@gmail.com
www.planetaenpeligro.blogspot.com / lo que será
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