12. JUL. 2016 /
Por octavaestrella@yahoo.es
Yo vivía en España cuando el trío de
las Azores cocinaba la guerra de Irak. Recuerdo cómo los medios, todos, se
dedicaban a contarnos el cuento del coco con Saddam Hussein. El presidente de
Irak estaba hasta en la sopa, en los noticieros, en los programas de
variedades, en los de concursos, en los deportivos… tal como hacen en estos
días, por cierto, con el presidente Maduro. Se trataba, dice hoy el informe
Chilcot, descubriendo-el-agua-tibiamente, de dirigir la opinión pública hacia
la aceptación y apoyo a la invasión por venir.
“En Irak hay armas de destrucción
masiva, créanme”, nos dijo Aznar mirando fijamente a la cámara, como tratando
de vernos directo a los ojos. Nadie le creía. Las encuestas mostraban 90% de
rechazo a su intención criminal. Millones de españoles tomaron las
calles: ¡no a la guerra! En esos días había carteles a favor
de la paz en las casas, los comercios, en los colegios, en los hospitales, en
todos lados… todos repudiando la guerra que promovía Aznar y él, oídos sordos.
Finalmente, empezó la invasión. Así funciona la democracia en esos lados:
pateando la voluntad de las mayorías.
Lo mismo pasó en Inglaterra bajo la
batuta de Tony Blair: mentiras repetidas en concierto mediático,
manifestaciones en contra de la guerra que se inventaba Tony, quien, enredado
en el informe Chilcot, hoy dice que él no sabía que la guerra iba a ser tan
sangrienta y expresa “más pena, arrepentimiento y disculpas de las que ustedes
puedan llegar a conocer o creer” (como si alguien le pudiera creer). Aunque no
todo fue en vano -asegura-, “al menos en Irak, aunque presenta muchos retos,
tenemos un gobierno electo, reconocido como legítimo por la comunidad
internacional que lucha contra el terrorismo”. Terrorismo que no existía, por
cierto, en tiempos de Hussein. Sangriento precio a pagar para tener un gobierno
reconocido por la “comunidad internacional”.
Hace un tiempo, Aznar admitió haberse
equivocado con Irak porque nunca existieron las armas de destrucción masiva que
nos había jurado que Saddam tenía. “Créanme”. Pasada esa página, hoy Aznar
dirige, junto con el PP, una campaña con los mismos ingredientes nefastos: los
mismos aliados, los mismos medios, la misma manipulación, los mismos fines, por
la misma petrolera razón, esta vez contra Venezuela. Créanme.
http://planetaenpeligro.blogspot.com/2016/07/el-arrepentimiento-de-los-cinicos.html
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