Javier
Del Valle Monagas Maita
Un País, una Nación, un Estado libre. Al igual que una persona natural,
es tal cosa, en la medida que su integridad, independencia y soberanía,
dependan única y exclusivamente de su voluntad individual. Como se sabe, un Estado es La unidad
conformada por un colectivo humano, que junto a un cuerpo de leyes y un
territorio, dan forma específica a un gentilicio. En el caso nuestro: somos venezolanos, por
que nacimos y nos desarrollamos en un país llamado Venezuela. Aquí sufrimos,
aquí gozamos, aquí reímos, aquí lloramos, aquí cantamos, aquí laboramos, aquí
vivimos y aquí morimos. Pero la
colectividad que forma parte de la unidad, a la que se le llama pueblo, decidió
por mayoría aplastante ser una nación libre, soberana, e independiente. Con sus
virtudes y sus defectos. Pero son nuestras virtudes y nuestros defectos. No con
normas y decisiones impuestas desde
fuera de nuestras fronteras. Y esa realidad no la pueden alterar ni minorías,
ni intereses extranjeros injerencistas
El TSJ: Es el ente, la cabeza, de uno de los poderes soberanos de
nuestro estado. Me refiero al poder judicial. Dentro de sus facultades
constitucionales está la de ser el órgano que dirime las diferencias
interpretativas de las leyes y preceptos constitucionales, que en su momento
puedan ser objeto de manoseo por parte
de intereses que quieran desviar alguna interpretación de sus normas para fines
diferentes al deber ser.
La jurisprudencia es por lo tanto,
norma que da forma y evita las interpretaciones dubitativas, a los fines
que la ley sirva de cauce por donde fluyan las acciones jurídicas. Ese TSJ,
sentó jurisprudencia, respecto a una situación, que en circunstancias normales no
tendría trascendencia, si se tratara de posesionar intereses de la derecha o
grupos de poderes económicos, serviles de poderes (valga la redundancia)
foráneos en nuestro país, refiero al acto de juramentación del Presidente
reelecto de Venezuela. Debemos resaltar -por su importancia-, que la constitución de la que hablo, es la
única votada, refrendada, por el pueblo, de forma protagónica y participativa,
y que el TSJ, es parte integral de esa constitución para cumplir la función
antes señalada. No se puede por lo tanto, aceptar y acatar las decisiones de
ese alto tribunal, cuando nos conviene y desecharlas cuando no es de nuestro
interés particular o grupal. Así no funciona un poder de un estado
soberano.
Es público y notorio, que la figura del estado, viene siendo atacada
desde hace tiempo por interese transnacionales políticos, económicos y
militares, a los fines de imponer un supra gobierno mundial regido por mafias
maquiavélicas que se pretenden: súper poder, súper policías y súper estados
transnacionales a los fines de controlar y poseer todo. Esa es la causa de la
actual crisis económica mundial, y que ha dado al traste con la capacidad de
los pueblos para elegir sus gobernantes – véase Grecia, Italia, Portugal,
España, Libia, Siria, Iraq, Afganistán, ETC.-
Existen gobiernos, que representan a estados domados, sometidos,
apresados; cuyo accionar, está determinado por intereses foráneos a sus
espacios naturales. Esos estados
títeres. Con organismos y funcionarios títeres, a lo externo. Obedecen a quienes les mantienen subyugados y por lo
tanto su voz, no es propia, es voz ajena. Así también los vemos como a lo
interno, maltratan a sus pueblos, los vejan, los reprimen, les desconocen sus
derechos, les imponen leyes contrarias a una verdadera democracia y hasta los proscriben
como pueblos. Esos son los llamados
estados parias, estados dependientes y débiles. Son los que sirven de
mandaderos de las órdenes del imperialismo sionista yanqui, para atacar a los
estados soberanos y dignos que no se postran a los intereses de las mafias
económicas internacionales.
¿Por que esos intereses y personeros (muchos, simples leguleyos) que hoy
se baten contra el proceso democratísimo de Venezuela y de la decisión del TSJ.
No se rasgaron sus pútridas vestiduras, cuando,
ante un golpe de estado clarísimo y obvio, para salvar el pellejo de los
cobardes golpistas asesinos en el 2002. Solo dictaminó cantinflericamente que “hubo
vacio de poder y que los cobardisimos estaban preñados de buenas intenciones”?
No voy a defender a quienes, se pueden defender solos, pero si debo decir que la mayoría de esos
esperpentos leguleyistas, desconocedores interesados de las normas, que ante la
falta de argumentos jurídicos, atacan a la presidente y demás magistrados del
TSJ: que no calzan lo suficiente, moral, ética y profesionalmente, para
descalificar a la magistrada Luisa Estela Morales. Y créanme o no. Eso – modestamente- lo afirma
una voz autorizada para decirlo. Doy gracias
también al excelentísimo – aquí si calza el calificativo - embajador Roy
Chaderton, por su sapiencia y contundencia al defender a su país y su noble
presidente.
Si es entonces, legal y debe acatarse la soberana decisión del TSJ, AMEN
de que es avalada POR EL PODER CONSTITUIDOR: EL PUEBLO. Por lo tanto es
inapelable y su desconocimiento implica delito. Por otra parte ese es asunto
que atañe única y exclusivamente a los venezolanos, lo demás sobra y estorba.
www.Planetaenpeligro.blogspot.com / lo que será
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