Javier Del Valle Monagas Maita
Hablo de
esas personas que merecen ser llamadas personas. De esos que sienten tristeza,
dolor, angustia, rabia y deseos de pelear, cuando ven en sus semejantes las
consecuencias del egoísmo de unos enfermos avaros que por sostener un ritmo de
vida irresponsable, derrochador y perverso.
Condenando a las mayorías a vivir en la miseria, la ignorancia y la
penuria. Esos son los dolores que duelen
hasta el infinito, un dolor que se
entroniza hasta lo mas hondo de nuestros tuétanos y nos hace hasta llorar de
rabia y desprecio. Ese, es dolor motor
de las revoluciones, del compromiso. Mas allá de lo personal, de lo individual,
del Ego.
Otro dolor,
el que producen esos, que con dignidad riegan los suelos patrios con su sangre
cuando caen en batalla, es un dolor soportado y comprendido por dignidad y
gloria. Es un dolor que convierte el
rojo de la sangre en faros de luz que iluminan la ruta por la vida y por referencia
de gloria. Que acrecientan a
Marulanda, Raúl Reyes, Cano, Jorge Rodríguez, Noel Rodríguez. Y a todos
los ejércitos populares en guerra contra las oligarquías. Es ese el dolor que germinó en el Che, en Aly
Primera, en Argimiro Gabaldón, en
Alfredo Maneiro, en Livia Gouverneur. En
muchos hermanos, campesinos, obreros. Que
se quedaron sembrados en los caminos del combate, para convertirse en
puntos de honor y referencia de cómo
debe ser el gran amor humano y humanista. No en ese amor a la carne, del
comercio, de la usura. O la lujuria. Es
el mismo amor que galopa en quienes están aun presentes: Hugo Chávez, Adina
Bastidas, Judith Valencia, el Gato Benigno, Julián Conrado y los miles y miles de
humildes bases del proceso bolivariano que tienen sus corazones henchidos de
ilusión, esperanza y fe, en que si tendremos un mundo mejor, mas allá de Venezuela
de Colombia, de Perú de Brasil de Ecuador, de Nicaragua, de Cuba de Puerto Rico
o mejor aun, de Borinquén. Pese al sionismo y sus lacayos. En fin en toda
nuestra Abya Yala. Sin avaros, ambiciosos, criminales, asesinos. Sin magnates,
sin religiones pervertidas y perversas,
pretendiendo vivir gobernando y controlando todo. Sembrando al planeta de hambre, sed y miseria
para ellos poder derrochar y satisfacer
una gula enfermiza y degenerada.
Existe un
dolor que duele doble. Es ese dolor que
produce un revolucionario agrediendo a otro revolucionario o el traidor
que se entregó por míseras monedas, después de andar caminos de dignidad y
entonces desanda para caer en lo más bajo que puede caer ser humano alguno. Es el dolor que causa la prisión de Joaquín
Conrado tan injustamente y teniendo como carcelero a quienes se pretenden
erigir en rescatadores de la vergüenza revolucionaria y de los derechos humanos
de los pueblos.
En todo
caso con todo y nuestros dolores, pretendemos la alegría y la felicidad del
pueblo por respeto a nuestros caídos y en honor a quienes nos seguirán y
heredaran la patria bonita para concluir la obra y sostenerla en el tiempo y el
espacio. Ningún revolucionario de
verdad, pese a estar en otra concepción ideológica desde el punto de vista de
la practica, puede ser nuestro enemigo.
Quizás solo sea un factor que nos obliga a mayor análisis. Pero estoy seguro
que quien ama al pueblo y sus derechos, si es sincero y honesto, jamás atentará
contra otro revolucionario seria una contradicción y una negación del
calificativo real.
¡Viva la patria grande!
www.planetaenpeligro.blogspot.com
/ lo que
será
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