domingo, 12 de octubre de 2014

LOS PRINCIPIOS. ESOS VALORES QUE SIRVEN A LA VERDADERA PAZ Y REVOLUCION




Javier del valle Monagas Maita 
Marea sin rumbo



      Algunas veces son confundidos con prepotencia, soberbia o terquedad. En ocasiones de forma  malintencionada. Otras de manera alegre, sin llegar a entender su esencia. Los principios son la primera virtud humana que es atacada cuando se quiere imponer algo irregular, creen necesario romperlos para dar fuerza a la corrupción. Los principios no son algo que dependa del nivel educativo individual o de clase social. Su deformación, simplemente es una violación de la esencia original humana. Su única guía es la conciencia.
      El instinto de superación, no tiene nada que ver con las apetencias de riquezas desmedidas, o con los alocados deseos de obtención de grandes masas de cosas a las que previamente y por conveniencia hemos dado la facultad de ser valiosas. Una: la superación. Es un estado natural evolutivo humano que nos impulsa a mejorar nuestro entorno y nuestras realidades, pero con fines de utilidad colectiva, no de satisfacción de egos enfermizos. La otra: la apetencia desmedida. Es el origen de todos los conflictos y males humanos,  es consecuencia de los desvaríos egoístas  de las enfermedades mentales ocasionadas por unos deseos  incontrolables de tener todo para nosotros y usar esa abundancia para dañar y despreciar a los demás.
       Los principios revolucionarios nos impiden utilizar las plataformas de poder para adquirir poder económico y político, en detrimento del derecho colectivo y de la obligación moral de ser ejemplo de pulcritud. Si por ser administradores, responsables de funciones económicas, políticas o administrativas nos sentimos con el derecho se apertrecharnos de ingentes cantidades de dinero, autos últimos modelos, colegueras de comparsas para el derroche e, ineficiencia  en la función. Eso implica que carecemos de valores revolucionarios, de principios y de éticas sanas.  No es valido ni lógico, que por cumplir una función de alta envergadura, debemos reunirnos y conformar francachelas en sitios lujosos, derrochando los fondos en vicios de toda índole, adquiriendo ropajes y modas reñidas con la ética y los principios revolucionarios. Asumiendo conductas acomplejadas que creemos nos elevan por encima de los demás y hasta los vemos con aires de superioridad.
      Un titulo universitario, medio o normal, no es el motivo por el cual se asuman posiciones y conductas que nos hagan creer merecedores de privilegios absurdos y a veces hasta grotescos. Recordemos: vanidad no es necesidad.  La arrogancia es ese vicio maligno que nos hace creer merecedores de todos los privilegios y por lo tanto  no se escatima en auto alimentación del ego, para conducirnos con prepotencia, sintiéndonos superiores y vejando a los demás, hasta creyendo torpemente que les hacemos un favor al vejarlos.
Marea a la deriva

       Conozco de muchos teóricos revolucionarios y de profesionales engañadores, cuyo mensaje y verbo  en el momento de la búsqueda de un cargo o posición, es de lo más realista, humilde y con sentido común que se escucha.  Pero apenas asumen responsabilidades; su conducta es contraria a la predica y la apariencia, el complejo de superioridad muy bien oculto, les brotan  de forma violenta.  Así empiezan unas faenas de derroche y cambio de personalidad, que van desde  re decoración de oficinas, adquisición de autos, nuevos y de lujo, contrato de choferes, secretarias, guardaespaldas, creación de u neo circulo social y de amistad sustentado en el gasto vilipendioso.  Pierden la esencia de cual debería ser su labor y se convierten en negación del deber ser. 
      Alguien dijo una vez: “si quieres conocer la verdadera personalidad de una persona, dale poder”. Al parecer tenía razón en alto porcentaje.
      Ser politólogo, abogado, médico, ingeniero, etc.  no implica que nuestro estándar de vida sea oda al derroche y a la vanidad, mas aun cuando nos presumimos de revolucionarios.  Son esas mentalidades distorsionadas  y retorcidas, las que conforman las burocracias y solo sirven de estorbo para el desarrollo de los procesos humanistas. Tristemente de esos males estamos  muy cundidos dentro de la revoluciona bolivariana, y son los mismos que siempre creen tener la razón y dividen, sin importar favorecer al real enemigo. Ellos, conforman sus corrientes o mareas. Usan sus medios revolucionaritos, convertidos en pequeñas esferas de poder insignificantes, desde donde tratan de proyectarse.  Si no son el centro de las cosas. Esas cosas no están bien. Sus actitudes contradictorias, adosadas por los vaivenes de la inseguridad ideológica y las apetencias grupales y personales, les hacen ser como plumas en medio de ventoleras. Sin rumbo definido ni definiciones precisas, haciéndose presas fáciles del enemigo de las revoluciones y a los que sirven sin darse cuenta. Ojala y un soplo de brisa grata, les devuelva la sindéresis y la recuperación del sur de batalla.

*Abogado con Patria
http://planetaenpeligro.blogspot.com/2014/10/los-principios-esos-valores-que-sirven.html
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