Por: Daniela A.
Rodríguez M.*
Quienes nos ha tocado vivir en estas casi dos décadas del siglo
veintiuno, hemos sido testigos de grandes transformaciones en el sistema
global, aunque muchos no seamos conscientes de ello; y siendo venezolanos, más
que observadores, hemos sido co-autores de esa gran transformación global.
Más allá de las situaciones locales y la dinámica política agitada
que se ha generado dentro del país, es preciso reconocer que no habría sido
posible la existencia de un mundo multipolar tal como lo tenemos ahora, si no
hubiera sido por las gestiones de la política exterior bolivariana, en la
búsqueda del “equilibrio del universo”, planteado por Simón Bolívar y retomado
por el Comandante Hugo Chávez, como elemento determinante para la existencia de
un sistema internacional democrático.
Es así como, en el marco de la multipolaridad, se impulsaron desde
Nuestra América, nuevas plataformas integracionistas y se abrió el compás de
negociación de una nueva e importante dimensión geográfica con países como
China, Rusia e Irán, en detrimento de la hegemonía exclusiva y excluyente de
los Estados Unidos en la región, lo cual sin duda alguna, proyectó la
construcción de un nuevo orden mundial multipolar.
La creación del ALBA, Petrocaribe, la CELAC, la UNASUR, forman
parte de esa nueva arquitectura del poder mundial, que busca defender los
objetivos e intereses geopolíticos de las naciones latinoamericanas, y que
además han abierto un nuevo espacio para la configuración de alianzas y la
reorganización de actores estratégicos, lo cual sin duda no hubiera sido
posible sin la incansable gestión del Comandante Hugo Chávez.
Ahora, en el marco de la multipolaridad surgen nuevas amenazas,
tal como suele ocurrir en todo proceso de redistribución geopolítica del poder.
El surgimiento de China y Rusia ha demandado el reordenamiento de las áreas de
interés e influencia a nivel global, lo cual ha reducido el margen de actuación
de EEUU en diversas partes del mundo, en las que antes podía moverse a sus
anchas, como por ejemplo, europa oriental, asia central y medio oriente.
Ya Estados Unidos no se encuentra solo, sino que debe compartir no
sólo su hegemonía sino todos los recursos de los que pretende apropiarse, con
diversos actores de las otras tres cuartas partes del planeta, que también
demandan, exigen y necesitan recursos para su población, y en ese contexto, las
iniciativas integracionistas impulsadas por el Venezuela adquieren una mayor
relevancia en la defensa de los objetivos e intereses de sus pueblos, así como
de los recursos que les pertenecen.
Precisamente por esta razón, Estados Unidos ha preferido la vía de
la negociación con Irán, como un factor estratégico para su seguridad nacional,
aún en detrimento de los intereses del radicalismo sionista, pero como producto
de la correlación de poder existente, no le es posible intervenir de otra
manera en tan importante país del Golfo Pérsico, con una China y una Rusia
vigilantes y con grandes intereses en ese espacio geopolítico.
Las dificultades con las que se ha topado EEUU en un patio del que
se había apropiado geopolíticamente, como por ejemplo europa oriental y medio
oriente, y que ha evidenciado la participación protagónica de Rusia y China en
el caso de Siria y de Ucrania, ha obligado a la potencia del norte a reforzar
su política hegemónica en el continente americano, siendo ésta su “área” de
influencia “natural”, tal como ellos han querido hacerlo ver a través de la
historia.
No debemos olvidar, que en 1912, el Presidente de EEUU
William Howard Taft afirmó “No está
lejano el día en que tres banderas de Estados Unidos delimiten nuestro
territorio, una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el
Polo Sur. La totalidad del hemisferio será de hecho nuestro, como ya lo es
moralmente en virtud de la superioridad de nuestra raza“. Siendo este un
rasgo definitorio de la política exterior de los Estados Unidos de América
desde su constitución como país, siendo advertido en reiteradas ocasiones por
el Libertador Simón Bolívar, quien preveía que de no formarse una unidad sólida
en las Repúblicas recién nacidas de la América Meridional, el continente
americano pasaría a la historia con “los Estados Unidos del norte y los Estados
desunidos del Sur”.
Los recientes sucesos, la participación decidida de Rusia, del
BRICS y de la UNASUR, como factores de contención de las ambiciones
norteamericanas a lo largo y ancho del Planeta, se ha constituído en algo
insostenible para quien otrora se había autodenominado como el “policía del
mundo”; esto lo ha obligado a reevaluar de manera detallada su política exterior
para América Latina y del Caribe, activando mecanismos que le permitan acceder
al control total del hemisferio en el marco de un nuevo “panamericanismo
neoliberal” al mejor estilo 2.0.
Es así pues, que la mirada de la potencia del norte sobre su Sur
geográfico es impostergable, teniendo a Venezuela como anclaje geoestratégico,
principal potencia petrolera y aurífera a nivel mundial, así como
importantísimos yacimientos de coltán, que le brindarían al Imperio todo lo
necesario para llevar su lucha por la hegemonía global a las escaladas que
fueran necesarias.
La “ruptura” entre EEUU e Israel por el
acuerdo nuclear con Irán no era sostenible por mucho tiempo y mucho menos en el
contexto electoral en el que se encuentra el devorador del norte, quien conoce
la relación entre ambos países, sabe que es el sionismo el que maneja los
fondos de la economía norteamericana, el que pone y quita presidentes,
senadores, congresistas, en dicho país, así que cualquier política que vaya en
contra de sus intereses está destinada a fenecer, o representa sencillamente
una parte minúscula de una estrategia superior en beneficio de objetivos
israelíes.
Esto hace que Irán sea y siga siendo para los Estados Unidos una
gran preocupación, por su importancia geopolítica, el control sobre el estrecho
de ormuz, por donde pasa el 60% por ciento del petróleo a nivel mundial, es
decir todo el crudo de Arabia Saudita principal abastecedor de la potencia
norteamericana. La sola posibilidad del cierre de este paso estratégico, y su
control discrecional por parte de Irán, ha sido la principal preocupación
norteamericana en los últimos años, la cual disminuiría en caso de ellos
hacerse del control absoluto de una fuente petrolera más segura y cercana, por
ejemplo: Venezuela.
Ahora, lo que sí ha roto todas las expectativas imperiales, es que
Venezuela todavía sigue estable políticamente a pesar de todas las recetas de
desestabilización política, económica, cultural, social, mediática y militar
que han venido implementando, partiendo por la muerte misma de Hugo Chávez, una
muerte que como muchos ya han argumentado, no es nada casual de acuerdo a los
intereses superiores que se conjugan en este país suramericano.
Ingenuidad sería creer en “casualidades”, ante quienes sólo creen
en la causalidad; ante quienes planifican con gran rigurosidad el curso de los
Estados y la existencia de las Naciones, quienes saben a la perfección, cómo
borrar del imaginario histórico una territorialidad, quienes conocen muy bien
como eliminar por completo de la faz de la tierra a pueblos enteros, porque lo
han vivido, lo han analizado y lo han perfeccionado.
En este contexto, Venezuela es la guinda del postre, pero a medida
que van tensando la cuerda, otros gobiernos ya han sucumbido a los intereses
norteamericanos, dos aliados estratégicos de nuestro país, como lo son
Argentina y Brasil, han sentido sobre sí el látigo de un Imperio desbordado por
las circunstancias históricas. Pero que no se confunda la dimensión de los
hechos, el ataque a Brasil, no solo es un ataque a Venezuela, es
fundamentalmente un ataque a la UNASUR como garantía de paz y estabilidad en el
continente suramericano, y un ataque al BRICS, como centinela de la
consolidación del nuevo orden internacional multipolar.
El acercamiento “amistoso” con Cuba, no es más que la mejor
ejemplificación de que el imperio norteamericano sí sabe emplear muy bien el
lema “de cada quien según sus capacidades a cada cual según sus necesidades”,
al momento de penetrar gobiernos se trata; Cuba demostró ser históricamente
impenetrable e infranqueable por ninguna vía, a pesar que las intentaron todas,
una tras una y de todas las maneras posibles, pues no les quedó otra
alternativa que el acercamiento “conciliatorio’; en un cambio radical que no
hace más que confirmar el interés superior de EEUU para retomar su hegemonía
sobre América Latina y el Caribe.
Mientras que por su parte, a quienes por su conformación
institucional y las características culturales e idiosincráticas de su
población, les resultaba mejor la vía electoral, como fue el caso de Argentina,
pues esa fue la metodología aplicada para el cambio de gobierno; en los países
cuya distribución institucional de poder se prestaba para los golpes
institucionales como es el caso de Brasil, fue aplicado el procedimiento; y en
el caso de Venezuela, hay una mezcla en ejecución de todas las fórmulas para
“tumbar gobiernos”, que aún no les ha dado resultado.
La ofensiva contra estos países es un intento de reoccidentalizar
el curso de la historia internacional, y coartar todo planteamiento
anti-norteamericanista no solo en la región, sino al más alto nivel del
concierto internacional, resucitando a la OTAN que cada día es una instancia
más devaluada y menos aceptada en el tablero geopolítico global, que lejos de
ser sinónimo de seguridad, se ha convertido en sinónimo de terrorismo, guerra,
violencia y paramilitarismo.
La OTAN como forjadora de caos generalizado, con licencia para
saquear, violar y matar sobre todo a pueblos indefensos; y que ha tratado de
hacerse un espacio en nuestra América a través de la Alianza del Pacífico, con
amplia presencia en países como México, Colombia, Perú, Chile; y que se erige
como el gendarme armado para la defensa de la visión hegemónica occidental del
mundo, de ese “europeísmo atlántico” presidido por los Estados Unidos, en el
que Europa por más que logra recuperar su identidad, no juega más que un papel
secundario, por propia voluntad además.
Lo que sí es cierto, es que detrás de todas estas acciones
desesperadas de los Estados Unidos, lo que hay es una gran crisis estructural
de su sistema que lo hace altamente vulnerable. El descontento social creciente
producto de la desigualdad, la discriminación y la violencia en el seno de su
sociedad; el estancamiento secular de su economía, lo cual impacta la
economía-mundo, producto de una actividad financiera perturbada por el aumento
progresivo de las burbujas de activos en vez del aumento de la inversión
productiva.
Por otro lado, la fuerte ofensiva del BRICS que busca el
desplazamiento del dólar como moneda de transacciones internacionales, habiendo
sido ya sustituida por el Yuan y el Rublo en importantes negociaciones
chino-rusas, así como el regreso al patrón oro como mecanismo de validación de
las reservas internacionales, amenazan gravemente la hegemonía norteamericana
que se encuentra sustentada en gran medida a través de la dictadura del dólar.
Mientras todo el mundo tenga sus reservas internacionales en
dólares, comercialice sus productos en dólares, entonces todo el mundo sostiene
financieramente a los Estados Unidos de América, y si a eso le sumamos el
importante papel que tenían el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial, sosteniendo las aberraciones de la economía norteamericana a través
del sacrificio de los endeudados países del resto del mundo, nos daremos cuenta
que la pérdida de hegemonía producto de la irreverencia política impulsada
desde Venezuela es algo imperdonable.
Y si a eso sumamos que el BRICS creó su propio
banco de desarrollo como alternativa sustitutiva y definitiva al FMI y al Banco
Mundial, entenderemos con claridad por qué es que Dilma Rousseff y nadie de su
tendencia política podía seguir en Brasil, y por qué en el resto de América
Latina debe haber un cambio drástico de tendencias políticas.
Entenderemos, por qué a nuestro país, no solo no le queda ya más
tiempo, sino que además no le va a quedar “perdón imperial” ante su
irreverencia política que tanto le ha costado a Estados Unidos y sus aliados de
la OTAN. Por esta razón, como pueblo venezolano, que nunca le hemos temido a
los más grandes imperios, todo lo contrario, hemos enseñado a los grandes
imperios a temernos por nuestra impetuosidad e impredecibilidad, debemos tener
conciencia de la coyuntura histórica en la que nos encontramos y entender que
estamos en el medio de un proceso de reordenamiento geopolítico global, en el
cual además somos actores activos y fundamentales.
*Msc. en Seguridad y Defensa Integral de la Nación (IAEDEN)
@danialerodrimar
http://planetaenpeligro.blogspot.com/2016/04/eeuu-multipolaridad-y-venezuela.html
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