jueves, 28 de abril de 2016

EEUU MULTIPOLARIDAD Y VENEZUELA


Por: Daniela A. Rodríguez M.*



Quienes nos ha tocado vivir en estas casi dos décadas del siglo veintiuno, hemos sido testigos de grandes transformaciones en el sistema global, aunque muchos no seamos conscientes de ello; y siendo venezolanos, más que observadores, hemos sido co-autores de esa gran transformación global.
Más allá de las situaciones locales y la dinámica política agitada que se ha generado dentro del país, es preciso reconocer que no habría sido posible la existencia de un mundo multipolar tal como lo tenemos ahora, si no hubiera sido por las gestiones de la política exterior bolivariana, en la búsqueda del “equilibrio del universo”, planteado por Simón Bolívar y retomado por el Comandante Hugo Chávez, como elemento determinante para la existencia de un sistema internacional democrático.
Es así como, en el marco de la multipolaridad, se impulsaron desde Nuestra América, nuevas plataformas integracionistas y se abrió el compás de negociación de una nueva e importante dimensión geográfica con países como China, Rusia e Irán, en detrimento de la hegemonía exclusiva y excluyente de los Estados Unidos en la región, lo cual sin duda alguna, proyectó la construcción de un nuevo orden mundial multipolar.
La creación del ALBA, Petrocaribe, la CELAC, la UNASUR, forman parte de esa nueva arquitectura del poder mundial, que busca defender los objetivos e intereses geopolíticos de las naciones latinoamericanas, y que además han abierto un nuevo espacio para la configuración de alianzas y la reorganización de actores estratégicos, lo cual sin duda no hubiera sido posible sin la incansable gestión del Comandante Hugo Chávez.
Ahora, en el marco de la multipolaridad surgen nuevas amenazas, tal como suele ocurrir en todo proceso de redistribución geopolítica del poder. El surgimiento de China y Rusia ha demandado el reordenamiento de las áreas de interés e influencia a nivel global, lo cual ha reducido el margen de actuación de EEUU en diversas partes del mundo, en las que antes podía moverse a sus anchas, como por ejemplo, europa oriental, asia central y medio oriente.
Ya Estados Unidos no se encuentra solo, sino que debe compartir no sólo su hegemonía sino todos los recursos de los que pretende apropiarse, con diversos actores de las otras tres cuartas partes del planeta, que también demandan, exigen y necesitan recursos para su población, y en ese contexto, las iniciativas integracionistas impulsadas por el Venezuela adquieren una mayor relevancia en la defensa de los objetivos e intereses de sus pueblos, así como de los recursos que les pertenecen.
Precisamente por esta razón, Estados Unidos ha preferido la vía de la negociación con Irán, como un factor estratégico para su seguridad nacional, aún en detrimento de los intereses del radicalismo sionista, pero como producto de la correlación de poder existente, no le es posible intervenir de otra manera en tan importante país del Golfo Pérsico, con una China y una Rusia vigilantes y con grandes intereses en ese espacio geopolítico.
Las dificultades con las que se ha topado EEUU en un patio del que se había apropiado geopolíticamente, como por ejemplo europa oriental y medio oriente, y que ha evidenciado la participación protagónica de Rusia y China en el caso de Siria y de Ucrania, ha obligado a la potencia del norte a reforzar su política hegemónica en el continente americano, siendo ésta su “área” de influencia “natural”, tal como ellos han querido hacerlo ver a través de la historia.
No debemos olvidar, que en 1912, el Presidente de EEUU William Howard Taft afirmó “No está lejano el día en que tres banderas de Estados Unidos delimiten nuestro territorio, una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. La totalidad del hemisferio será de hecho nuestro, como ya lo es moralmente en virtud de la superioridad de nuestra raza“. Siendo este un rasgo definitorio de la política exterior de los Estados Unidos de América desde su constitución como país, siendo advertido en reiteradas ocasiones por el Libertador Simón Bolívar, quien preveía que de no formarse una unidad sólida en las Repúblicas recién nacidas de la América Meridional, el continente americano pasaría a la historia con “los Estados Unidos del norte y los Estados desunidos del Sur”.
Los recientes sucesos, la participación decidida de Rusia, del BRICS y de la UNASUR, como factores de contención de las ambiciones norteamericanas a lo largo y ancho del Planeta, se ha constituído en algo insostenible para quien otrora se había autodenominado como el “policía del mundo”; esto lo ha obligado a reevaluar de manera detallada su política exterior para América Latina y del Caribe, activando mecanismos que le permitan acceder al control total del hemisferio en el marco de un nuevo “panamericanismo neoliberal” al mejor estilo 2.0.
Es así pues, que la mirada de la potencia del norte sobre su Sur geográfico es impostergable, teniendo a Venezuela como anclaje geoestratégico, principal potencia petrolera y aurífera a nivel mundial, así como importantísimos yacimientos de coltán, que le brindarían al Imperio todo lo necesario para llevar su lucha por la hegemonía global a las escaladas que fueran necesarias.
La “ruptura” entre EEUU e Israel por el acuerdo nuclear con Irán no era sostenible por mucho tiempo y mucho menos en el contexto electoral en el que se encuentra el devorador del norte, quien conoce la relación entre ambos países, sabe que es el sionismo el que maneja los fondos de la economía norteamericana, el que pone y quita presidentes, senadores, congresistas, en dicho país, así que cualquier política que vaya en contra de sus intereses está destinada a fenecer, o representa sencillamente una parte minúscula de una estrategia superior en beneficio de objetivos israelíes.
Esto hace que Irán sea y siga siendo para los Estados Unidos una gran preocupación, por su importancia geopolítica, el control sobre el estrecho de ormuz, por donde pasa el 60% por ciento del petróleo a nivel mundial, es decir todo el crudo de Arabia Saudita principal abastecedor de la potencia norteamericana. La sola posibilidad del cierre de este paso estratégico, y su control discrecional por parte de Irán, ha sido la principal preocupación norteamericana en los últimos años, la cual disminuiría en caso de ellos hacerse del control absoluto de una fuente petrolera más segura y cercana, por ejemplo: Venezuela.
Ahora, lo que sí ha roto todas las expectativas imperiales, es que Venezuela todavía sigue estable políticamente a pesar de todas las recetas de desestabilización política, económica, cultural, social, mediática y militar que han venido implementando, partiendo por la muerte misma de Hugo Chávez, una muerte que como muchos ya han argumentado, no es nada casual de acuerdo a los intereses superiores que se conjugan en este país suramericano.
Ingenuidad sería creer en “casualidades”, ante quienes sólo creen en la causalidad; ante quienes planifican con gran rigurosidad el curso de los Estados y la existencia de las Naciones, quienes saben a la perfección, cómo borrar del imaginario histórico una territorialidad, quienes conocen muy bien como eliminar por completo de la faz de la tierra a pueblos enteros, porque lo han vivido, lo han analizado y lo han perfeccionado.
En este contexto, Venezuela es la guinda del postre, pero a medida que van tensando la cuerda, otros gobiernos ya han sucumbido a los intereses norteamericanos, dos aliados estratégicos de nuestro país, como lo son Argentina y Brasil, han sentido sobre sí el látigo de un Imperio desbordado por las circunstancias históricas. Pero que no se confunda la dimensión de los hechos, el ataque a Brasil, no solo es un ataque a Venezuela, es fundamentalmente un ataque a la UNASUR como garantía de paz y estabilidad en el continente suramericano, y un ataque al BRICS, como centinela de la consolidación del nuevo orden internacional multipolar.
El acercamiento “amistoso” con Cuba, no es más que la mejor ejemplificación de que el imperio norteamericano sí sabe emplear muy bien el lema “de cada quien según sus capacidades a cada cual según sus necesidades”, al momento de penetrar gobiernos se trata; Cuba demostró ser históricamente impenetrable e infranqueable por ninguna vía, a pesar que las intentaron todas, una tras una y de todas las maneras posibles, pues no les quedó otra alternativa que el acercamiento “conciliatorio’; en un cambio radical que no hace más que confirmar el interés superior de EEUU para retomar su hegemonía sobre América Latina y el Caribe.
Mientras que por su parte, a quienes por su conformación institucional y las características culturales e idiosincráticas de su población, les resultaba mejor la vía electoral, como fue el caso de Argentina, pues esa fue la metodología aplicada para el cambio de gobierno; en los países cuya distribución institucional de poder se prestaba para los golpes institucionales como es el caso de Brasil, fue aplicado el procedimiento; y en el caso de Venezuela, hay una mezcla en ejecución de todas las fórmulas para “tumbar gobiernos”, que aún no les ha dado resultado.
La ofensiva contra estos países es un intento de reoccidentalizar el curso de la historia internacional, y coartar todo planteamiento anti-norteamericanista no solo en la región, sino al más alto nivel del concierto internacional, resucitando a la OTAN que cada día es una instancia más devaluada y menos aceptada en el tablero geopolítico global, que lejos de ser sinónimo de seguridad, se ha convertido en sinónimo de terrorismo, guerra, violencia y paramilitarismo.
La OTAN como forjadora de caos generalizado, con licencia para saquear, violar y matar sobre todo a pueblos indefensos; y que ha tratado de hacerse un espacio en nuestra América a través de la Alianza del Pacífico, con amplia presencia en países como México, Colombia, Perú, Chile; y que se erige como el gendarme armado para la defensa de la visión hegemónica occidental del mundo, de ese “europeísmo atlántico” presidido por los Estados Unidos, en el que Europa por más que logra recuperar su identidad, no juega más que un papel secundario, por propia voluntad además.
Lo que sí es cierto, es que detrás de todas estas acciones desesperadas de los Estados Unidos, lo que hay es una gran crisis estructural de su sistema que lo hace altamente vulnerable. El descontento social creciente producto de la desigualdad, la discriminación y la violencia en el seno de su sociedad; el estancamiento secular de su economía, lo cual impacta la economía-mundo, producto de una actividad financiera perturbada por el aumento progresivo de las burbujas de activos en vez del aumento de la inversión productiva.
Por otro lado, la fuerte ofensiva del BRICS que busca el desplazamiento del dólar como moneda de transacciones internacionales, habiendo sido ya sustituida por el Yuan y el Rublo en importantes negociaciones chino-rusas, así como el regreso al patrón oro como mecanismo de validación de las reservas internacionales, amenazan gravemente la hegemonía norteamericana que se encuentra sustentada en gran medida a través de la dictadura del dólar.
Mientras todo el mundo tenga sus reservas internacionales en dólares, comercialice sus productos en dólares, entonces todo el mundo sostiene financieramente a los Estados Unidos de América, y si a eso le sumamos el importante papel que tenían el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, sosteniendo las aberraciones de la economía norteamericana a través del sacrificio de los endeudados países del resto del mundo, nos daremos cuenta que la pérdida de hegemonía producto de la irreverencia política impulsada desde Venezuela es algo imperdonable.
Y si a eso sumamos que el BRICS creó su propio banco de desarrollo como alternativa sustitutiva y definitiva al FMI y al Banco Mundial, entenderemos con claridad por qué es que Dilma Rousseff y nadie de su tendencia política podía seguir en Brasil, y por qué en el resto de América Latina debe haber un cambio drástico de tendencias políticas.
Entenderemos, por qué a nuestro país, no solo no le queda ya más tiempo, sino que además no le va a quedar “perdón imperial” ante su irreverencia política que tanto le ha costado a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Por esta razón, como pueblo venezolano, que nunca le hemos temido a los más grandes imperios, todo lo contrario, hemos enseñado a los grandes imperios a temernos por nuestra impetuosidad e impredecibilidad, debemos tener conciencia de la coyuntura histórica en la que nos encontramos y entender que estamos en el medio de un proceso de reordenamiento geopolítico global, en el cual además somos actores activos y fundamentales.

*Msc. en Seguridad y Defensa Integral de la Nación (IAEDEN)

@danialerodrimar

http://planetaenpeligro.blogspot.com/2016/04/eeuu-multipolaridad-y-venezuela.html

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