Javier Del Valle Monagas
Maita
No importa saber quien soy, ni de donde
vengo, ni a donde voy. Así dice la letra de una canción un poco viejita. Pero
ella refleja la disposición o la concepción del respeto a la vida. De cómo
empieza, como se desarrolla y como termina.
En verdad no sabemos que es lo que ocurre después de nuestra muerte y
por que. Pero lo que si es una realidad
en esta existencia. Es que estamos en
una etapa en la cual los paradigmas históricos están siendo violentados. Y no
es precisamente por quienes siempre se han adjudicado esa potestad. No, ahora somos los orgullosos (en la sana acepción de la palabra) del pueblo,
que por fin hemos entendido que unidos somos fuertes y poderosos. No en la
concepción del poder burgués capitalista y sanguinario. Si no, en el concepto
del pueblo unido y liberado. En la nueva interpretación popular de que no somos
ni mejores ni peores que otros. Simplemente somos unos más dentro del colectivo
humano.
Saben, no
pretendo filosofar. Mucho menos querer ser un erudito sabiondo. No, Simplemente
quiero ser un simple fosforo encendido en medio de la tiniebla. Pero brotado de
una inmensa fabrica de fósforos que sin tener conciencia de su fortaleza, va
descubriendo poco a poco, que se puede convertir en una inmensa llama de
libertad. No soy ni pretendo ser el
origen de esa flama. Al contrario, creo ser consecuencia de otras mucho más
poderosas, gloriosas, inigualables. No voy a mencionar esos pebeteros, para
dejarlo a sus inquietas y grandes mentes.
Algo es
singularmente verdad. Hoy somos el pueblo más acosado, atacado y vilipendiado
del mundo y de la historia. Contra nosotros se han enfilado todas las baterías
mortales en posesión del enemigo. Pero milagrosamente a cada ataque, nuestra
fortaleza espiritual, ideológica y sentimental se potencia. Es un fenómeno que no tendría explicación, si
no se supiera que esos que nos iluminaron nos sembraron cocuyos de esperanza,
dignidad y gloria en nuestras almas y que
las cubrieron con mantos de amor e ilusión que las hacen inextinguibles
e inmunes al viento y a la humedad.
Perdonen
el orgullo y la jactancia inocultable de sentir esta pasión. Es que es algo
difícil de esconder ¿saben cuantos pueblos han sido aplastados en una cruzada parecida? ¿Tienen idea de
cuanta sangre se ha vertido en la historia humana para poder avanzar en menos
conquistas que la lograda hoy? ¿Conocen los dolores, penas y sufrimientos que
otros pueblos nobles vivieron para lograr un poco de respeto y libertad? Es
infinita la cuenta de hombres, mujeres y hasta niños que se sacrificaron por
ser pueblos soberanos. Pero aun así, a
sabiendas que regarían su sangre no
escatimaron amor y fortaleza para enfrentar al enemigo.
Hoy tenemos
la ventaja de tener al enemigo en nuestro terreno, no se trata de sabernos
vencedores definitivos. Pero si sabemos que estamos ganando, que lo dominamos y
le fijamos la pauta. Amo este momento por que se que venceremos, que por fin rompimos
el maleficio de que si no está presente físicamente el líder, la lucha se
dispersa y el pueblo se desboca. Ya no
es así. El líder fue de reposo, cayo en la faena de la lucha. Pero su obra
perdura, su trabajo y su enseñanza se metió lo más hondo del pueblo. Y de allí
es muy difícil que se salga ¿Casi como
imposible?
Ahora somos
un pueblo solidario, venturoso, amoroso,
guerrero, protagónico y participativo.
Estamos empoderados de nuestro futuro. No le pedimos a nadie que nos lo
construya. Aprendimos por culpa del camarita. Que eso se conquista, se logra
por la lucha, que no se mendiga ni se implora. Es mas, aprendimos que no
necesitamos ser jefes, lideres destacados y pretenciosos impostores, para
comprender que la organización colectiva de la faena nos da mayor facilidad para
el triunfo. Con la suerte que el 13 de abril, del 2002 nos dio oportunidad de comprobarlo.
Son muchos
los imperios y pueblos caídos ante el poder, el acoso de nuestro enemigo
principal: el sionismo yanqui imperialista y capitalista. Pero también sabemos
que son muchos los pueblos que lo ha
derrotado. Sabemos que la
principal arma de ese enemigo de patas de barro es la promoción del individualismo,
la vanidad, la alimentación del ego y la
inflamación de las apetencias egoístas en pro de riquezas materiales y
artificiales. Nos estamos vacunando
contra esa plaga.
Sabemos
que somos un pueblo reinventado, con ánimos de amor por la libertad y la
soberanía, sabemos que estamos haciendo historia con el líder como guía eterno.
Incluso, rescatamos a Bolívar de las catacumbas de la manipulación y el olvido,
del oprobio de la prisión oligárquica que mata más que la muerte. Hoy Bolívar vive, Chávez vive, Aly vive,
Argimiro vive, Américo Silva vive, todos nuestros hermanos caídos en la lucha
han renacido. Ya no el son pasado. Ahora son presente y futuro. Somos pueblo constructores de presente y
futuro. Ahh, pero debemos ser
responsables y colectivistas. Nada de individualistas.
javierdelvallemonagas@gmail.com
planetaenpeligro / lo que será
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