lunes, 29 de abril de 2013

Capriles coño e’ madre. Cosas que pensamos en vulgo y expresamos en sofismas



Javier Del Valle Monagas Maita


        Si alguien no ha pasado por lo que sigue. Que me acuse de embustero y me demande rectificación. Pero eso si. Que sea honesto(a) consigo mismo primeramente, y con los demás después.
       Cuando vemos actitudes y situaciones en las cuales se afectan a las mayorías y se usan excusas absurdas e increíbles para justificarlas, lo primero que nos viene a la mente es: el coño e´ su madre.  En conversaciones cotidianas en nuestro círculo de amigos y conocidos expresamos las cosas tal como nos vienen a la mente. No nos preocupamos del efecto que esas palabras puedan hacer a nuestra personalidad pues tenemos la confianza de que son bien interpretadas y dicen claramente lo que sentimos. Es lo que llamamos expresión franca de las ideas, sin adornos, sin rebusques, ni cuidado de apariencias formalistas. Simplemente,  cuando hablamos con esa libertad de expresar las cosas, tal como queremos que se capten en los oídos receptores del mensaje.  Sentimos el placer de saber que enviamos los códigos correctos que brotan de nuestro pensamiento, sin mas animo que el de decir lo que sentimos.
       La hipocresía nace, cuando para no aparentar una imagen distorsionada de nuestra personalidad, lavamos, planchamos y perfumamos nuestras palabras, a los fines que nuestros oyentes sientan un colchón de seda que amortigüe su complejo de inferioridad y se lastimen sus tímpanos hipersensibles.  Pero no el tímpano del oído. No,  me refiero al tímpano impuesto en el mojón cerebral que le injertaron los círculos sociales burgueses que le hacen despreciar todo lo que huela a pueblo, a común, a vulgo.
        Mirar, por ejemplo,  como una farsante, egoísta, explotadora y saqueadora del trabajo ajeno (como todos los de su clase), el sudor y las riquezas producidas por miles de obreros como María Corina Machado (la suripanta) o Enrique Capriles Radosnki (el asesino) y su despreciables familias.  Expresarse públicamente en lenguaje rebuscado, pero ofendiendo y denigrando del pueblo, haciendo gestos de asqueo ante el color de piel, pero condenándolo a vivir en la miseria, imponiendo un sistema político, económico y social que niega todas las oportunidades de superación a las mayorías ¿puede haber algo mas grosero e inmoral que eso? Cuando sus riquezas provienen de ese pueblo, del trabajo de esos que llaman flojos, a los cuales pagan salarios de hambre, les imponen precios casi inaccesibles a los productos hechos por esos trabajadores. Mientas Éllos se van en los yates a los clubes exclusivos a tomar aguardiente importada y, a consumir sustancias sicotrópicas. En  la mayoría de los casos, pagados con los dineros que se roban  de la explotación  y expoliación del trabajo, sudor y esfuerzo de los pobres  ¿Cuando comentamos esas cosas y nombramos a personajes como esos, acaso no los llamamos hijos de puta? Y para ser sinceros y honestos ¿no es ese el calificativo mas acertado? Con esas palabras identificamos un concepto, una costumbre, una situación y una forma de vida avara y maligna.
      ¿Recuerdan las primeras palabras que se le vinieron a la mente contra el otro asesino y terrorista Ramón Guillermo Aveledo, cuando decretó que no habría beisbol aquel Diciembre del 2002? Díganme si miento. Fueron: el coño e’ su madre de ese desgraciao.
        Decía el camaradisima Aly Primera al referirse a esa hipócrita y farsa conducta asocial: “que la mayor grosería es la misma sociedad”, en relacion al sistema capitalista. Por que ¿Díganme, si no es una tamaña obscenidad, robarle las tierras a los campesinos u obreros, negarles el derecho a la salud, a la vivienda, a los servicios básicos, a la paz, la educación, a comer, acceso al agua?  ¿Puede ser mas ofensivo a la sensibilidad humana eso. O que les digamos a los burgueses que son unos sabandijas hijos de perra y desgraciados ladrones?
       Cuando se le pregunta al pueblo sobre las muertes producidas por la inducción mediática a la violencia del candidato burgués perdedor Capriles. Lo primero que oigo es ¡Ese coño e’ madre tiene que ir preso! Pero ¿como lo dice la burguesía y sus títeres?  “no, es un derecho a la protesta” ¿Cuál de las dos expresiones es mas ofensiva y grosera? ¿Cuál ofende más a la cualidad y calidad humana?
       El sábado conversaba con uno de esos pocos escuálidos que quedan con los que se puede hablar aunque sea unos minutos. En medio del tema, el señor, ante la falta de argumentos  para justificar la cobarde acción del asesino y su orden.  Salta con una como ésta: “pero es que los chavistas son groseros  ahí tienes a ese tal Mario Silva ¿Me vas a negar que ese hijo de puta no es un grosero ofensivo? ¿Tu no lo vistes el jueves en ese programa de mierda, como hablaba paja de Capriles, que no dice groserías?”  A lo que respondí ¿pero tu te escuchaste lo que dijiste y como lo dijiste?  Y respondió “Bueno pero es que yo estoy en la calle y yo en la calle hablo como me da la gana”  luego le pregunté su opinión sobre esos empresarios que esconden los alimentos y otros artículos de primera necesidad,  para después ponerlos bien caros y robar al pueblo.  Respondió: “¡esa vaina es de ellos y cada quien cobra por su vaina lo que quiera, y quien no quiera que no compre y ya”!  Le pregunte que si creía que eso no era una grosería, una ofensa al pueblo. Respondiéndome: “No, grosero es ese Mario Silva, ese coño e’ madre,  que insulta a todo el mundo por la televisión, ese si que es vulgar de verdad, o tu presidente que ofende a cada rato”.  A mi pregunta sobre lo que él entiende que significa la palabra ofensa y la acción de ofender, siguió un zapateo y una carrerita medio de prisa, adornada por un “Nojada vale”
       Esa es la realidad de esta sociedad capitalista enferma, donde el verbo se viste de blanco para masacrar pueblos, traficar con armas y condrogas.  La ofensa burguesa se adorna de flores de colores llamativos para arrebatar la vida y las fuerzas al pueblo,  pero a eso lo llaman cultura, educación, y libre empresa,  mientras cuando el pueblo se arrecha y les mienta la madre, entonces lo califican de vulgar, groseros, patas en el suelo, de borrachos, ladrones, gana pan y cuanto improperio de alcurnia existe.
       El tío de la Suripanta – Guillermo Zuloaga -, ha estafado con carros, terrenos y  con intereses bancarios, durante toda su vida. Como es tradicional en toda su familia.  Lo llaman empresario.  Incluso hasta el calificativo de delito es más sofisticado: delincuente de cuello blanco ¡Ahh! Pero al pobre, que se ve obligado a tener que recurrir a alguna acción desesperada por solucionar un problema urgente de salud o alimentación, lo llaman malandro, ladrón,  es reseñado por la prensa burguesa en primera y ultima plana, con nombre, apellido y numero de cédula y una foto matón espeluznante.  Así de falsa y farsa es la sociedad capitalista
Planetaenpeligro / lo que será
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