Javier Del Valle
Monagas Maita
Si
alguien no ha pasado por lo que sigue. Que me acuse de embustero y me demande
rectificación. Pero eso si. Que sea honesto(a) consigo mismo primeramente, y
con los demás después.
Cuando vemos actitudes y situaciones en las cuales se afectan a las
mayorías y se usan excusas absurdas e increíbles para justificarlas, lo primero
que nos viene a la mente es: el coño e´ su madre. En conversaciones cotidianas en nuestro
círculo de amigos y conocidos expresamos las cosas tal como nos vienen a la
mente. No nos preocupamos del efecto que esas palabras puedan hacer a nuestra
personalidad pues tenemos la confianza de que son bien interpretadas y dicen
claramente lo que sentimos. Es lo que llamamos expresión franca de las ideas,
sin adornos, sin rebusques, ni cuidado de apariencias formalistas.
Simplemente, cuando hablamos con esa
libertad de expresar las cosas, tal como queremos que se capten en los oídos
receptores del mensaje. Sentimos el
placer de saber que enviamos los códigos correctos que brotan de nuestro
pensamiento, sin mas animo que el de decir lo que sentimos.
La
hipocresía nace, cuando para no aparentar una imagen distorsionada de nuestra
personalidad, lavamos, planchamos y perfumamos nuestras palabras, a los fines
que nuestros oyentes sientan un colchón de seda que amortigüe su complejo de
inferioridad y se lastimen sus tímpanos hipersensibles. Pero no el tímpano del oído. No, me refiero al tímpano impuesto en el mojón
cerebral que le injertaron los círculos sociales burgueses que le hacen
despreciar todo lo que huela a pueblo, a común, a vulgo.
Mirar, por ejemplo, como una
farsante, egoísta, explotadora y saqueadora del trabajo ajeno (como todos los
de su clase), el sudor y las riquezas producidas por miles de obreros como
María Corina Machado (la suripanta) o Enrique Capriles Radosnki (el asesino) y
su despreciables familias. Expresarse públicamente
en lenguaje rebuscado, pero ofendiendo y denigrando del pueblo, haciendo gestos
de asqueo ante el color de piel, pero condenándolo a vivir en la miseria,
imponiendo un sistema político, económico y social que niega todas las
oportunidades de superación a las mayorías ¿puede haber algo mas grosero e
inmoral que eso? Cuando sus riquezas provienen de ese pueblo, del trabajo de
esos que llaman flojos, a los cuales pagan salarios de hambre, les imponen
precios casi inaccesibles a los productos hechos por esos trabajadores. Mientas
Éllos se van en los yates a los clubes exclusivos a tomar aguardiente importada
y, a consumir sustancias sicotrópicas. En
la mayoría de los casos, pagados con los dineros que se roban de la explotación y expoliación del trabajo, sudor y esfuerzo de
los pobres ¿Cuando comentamos esas cosas
y nombramos a personajes como esos, acaso no los llamamos hijos de puta?
Y para ser sinceros y honestos ¿no es ese el calificativo mas acertado? Con
esas palabras identificamos un concepto, una costumbre, una situación y una
forma de vida avara y maligna.
¿Recuerdan las primeras palabras que se le vinieron a la mente contra el
otro asesino y terrorista Ramón Guillermo Aveledo, cuando decretó que no habría
beisbol aquel Diciembre del 2002? Díganme si miento. Fueron: el coño e’ su
madre de ese desgraciao.
Decía el camaradisima Aly Primera al referirse a esa hipócrita y farsa
conducta asocial: “que la mayor grosería es la misma sociedad”, en relacion al
sistema capitalista. Por que ¿Díganme, si no es una tamaña obscenidad, robarle
las tierras a los campesinos u obreros, negarles el derecho a la salud, a la
vivienda, a los servicios básicos, a la paz, la educación, a comer, acceso al
agua? ¿Puede ser mas ofensivo a la
sensibilidad humana eso. O que les digamos a los burgueses que son unos sabandijas
hijos de perra y desgraciados ladrones?
Cuando se le pregunta al pueblo sobre las muertes producidas por la
inducción mediática a la violencia del candidato burgués perdedor Capriles. Lo
primero que oigo es ¡Ese coño e’ madre tiene que ir preso! Pero ¿como lo
dice la burguesía y sus títeres? “no, es
un derecho a la protesta” ¿Cuál de las dos expresiones es mas ofensiva y
grosera? ¿Cuál ofende más a la cualidad y calidad humana?
El
sábado conversaba con uno de esos pocos escuálidos que quedan con los que se
puede hablar aunque sea unos minutos. En medio del tema, el señor, ante la
falta de argumentos para justificar la
cobarde acción del asesino y su orden.
Salta con una como ésta: “pero es que los chavistas son groseros ahí tienes a ese tal Mario Silva ¿Me vas a
negar que ese hijo de puta no es un grosero ofensivo? ¿Tu no lo vistes
el jueves en ese programa de mierda, como hablaba paja de Capriles, que
no dice groserías?” A lo que respondí
¿pero tu te escuchaste lo que dijiste y como lo dijiste? Y respondió “Bueno pero es que yo estoy en la
calle y yo en la calle hablo como me da la gana” luego le pregunté su opinión sobre esos
empresarios que esconden los alimentos y otros artículos de primera
necesidad, para después ponerlos bien
caros y robar al pueblo. Respondió: “¡esa
vaina es de ellos y cada quien cobra por su vaina lo que quiera, y quien no
quiera que no compre y ya”! Le pregunte
que si creía que eso no era una grosería, una ofensa al pueblo. Respondiéndome:
“No, grosero es ese Mario Silva, ese coño e’ madre, que insulta a todo el mundo por la
televisión, ese si que es vulgar de verdad, o tu presidente que ofende a cada
rato”. A mi pregunta sobre lo que él
entiende que significa la palabra ofensa y la acción de ofender, siguió un
zapateo y una carrerita medio de prisa, adornada por un “Nojada vale”
Esa
es la realidad de esta sociedad capitalista enferma, donde el verbo se viste de
blanco para masacrar pueblos, traficar con armas y condrogas. La ofensa burguesa se adorna de flores de
colores llamativos para arrebatar la vida y las fuerzas al pueblo, pero a eso lo llaman cultura, educación, y
libre empresa, mientras cuando el pueblo
se arrecha y les mienta la madre, entonces lo califican de vulgar,
groseros, patas en el suelo, de borrachos, ladrones, gana pan y cuanto
improperio de alcurnia existe.
El
tío de la Suripanta – Guillermo Zuloaga -, ha estafado con carros, terrenos
y con intereses bancarios, durante toda
su vida. Como es tradicional en toda su familia. Lo llaman empresario. Incluso hasta el calificativo de delito es
más sofisticado: delincuente de cuello blanco ¡Ahh! Pero al pobre, que se ve
obligado a tener que recurrir a alguna acción desesperada por solucionar un
problema urgente de salud o alimentación, lo llaman malandro, ladrón, es reseñado por la prensa burguesa en primera
y ultima plana, con nombre, apellido y numero de cédula y una foto matón
espeluznante. Así de falsa y farsa es la
sociedad capitalista
Planetaenpeligro / lo que será
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