Por: Violeta Sucre Sáenz
Movimiento Bolivariano Región Suroccidente.
Últimamente, es común
escuchar por la radio la persistente propaganda oficialista de la derecha
colombiana apoyando el derrocamiento del gobierno bolivariano de Venezuela
ordenado por Estados Unidos a las clases acomodadas de ese país,
para poder acceder a sus riquezas a como dé lugar. Y es por esta
orden gringa sobre las élites de la neo-colonia que escuchamos en
Colombia la curiosa e impúdica consigna, “Venezuela somos
todos, sin libertad de expresión no hay democracia”, sobre
todo si la dicen los medios de desinformación en nuestro
país.
En un país donde la
persecución política, la censura, la criminalización
de la protesta, las judicializaciones ilegales, los crímenes de
Estado, son lo tristemente naturalizado, no puede decirse sin
vergüenza alguna, “sin libertad de expresión no hay
democracia” al hablar de Venezuela, y sin sonrojarse por un momento,
afirmar la insostenible idea de que en Colombia existe la democracia más antigua
del continente. Gran desfachatez cometen los dueños de los medios
de comunicación y producción en Colombia, que no son
más que los bastiones que aún conserva la mano invisible del
capital estadounidense en Nuestra América, con una sola
misión, obstruir todo asomo de dignidad, soberanía y
autodeterminación de nuestros pueblos. Emplean la retórica
de defender la libertad y la democracia cuando al mismo tiempo acallan al
pueblo colombiano que lucha y denuncia las injusticias que ellos imponen
en nuestros territorios a punta de leyes represivas, balas y medios de
enajenación masiva.
Cuando las clases altas en Venezuela
salen a las calles de sus barrios a gritar consignas, los noticieros
colombianos salen a cubrir el hecho, les hacen propaganda, entrevistan a
los familiares de los detenidos, claman por su libertad y denuncian la
supuesta dictadura venezolana. Pero cuando en Colombia el pueblo sale a la
calle a reclamar sus derechos, a protestar por los excesos de la fuerza
pública, por los derechos fundamentales o contra la injerenCIA
extranjera, entonces esos mismos noticieros que se mostraban aterrorizados
frente al establecimiento en el vecino país, salen a entrevistar no
al pueblo organizado sino a los ministros para que digan de cuánto
son las pérdidas generadas por cuenta del bloqueo de una carretera,
por la marcha y hablan horas sobre los problemas de movilidad tan graves
que por la movilización se generan en la capital del país.
Les parece el colmo de la injusticia con los que no protestan. Luego estos
profesionales del embuste, salen a opinar sobre si se justifica o no una
marcha y sugieren a los manifestantes que no vayan a Bogotá a hacer
paros, que mejor se queden en sus regiones, para que así por los
menos no impidan la libertad de transitar de los “ciudadanos de
bien” que no protestan y se quedan pacíficamente inmóviles al lado del
camino.
Los medios masivos y privados de la
información, abusivamente niegan, a través de sus
micrófonos, el derecho constitucional y universal de los pueblos a
la protesta. Ocultando de paso con su retórica malintencionada, que
las cosas en este país están muy mal y que,
desafortunadamente, la única manera de que a la gente le
“paren bolas” los gobernantes de turno o la prensa, es si
paran una carretera, si queman un bus, si marchan en Bogotá o se
toman alguna institución de carácter nacional. Sólo
si los ciudadanos privilegiados se ven afectados, le ponen cuidado al
ciudadano de a pie. Aunque muchas veces sea sólo para
criminalizarlo, a través de normas como la ley de seguridad ciudadana o
los medios de desinformación.
Yo me pregunto, ¿por qué en
Colombia los medios se apropian de la campaña de la
oposición venezolana con el eslogan “todos somos
Venezuela”, justamente cuando a Venezuela nuevamente, la quieren
invadir los gringos? ¿Por qué no todos fuimos Venezuela
bolivariana cuando Chávez expropió al ladrón
extranjero, cuando la educación, la salud y la vivienda fueron
reales para la mayoría de los desposeídos de la hermana
república? Bueno porque en Venezuela están los pozos
petrolíferos más importantes del continente y USA los
quiere. Porque allí el pueblo es el que decide y no los ricos, y
les toca usar las mentiras mediáticas para confundir a la
opinión pública internacional y tratar de invadir el
país para “pacificar” la supuesta crisis. Porque el
ciudadano de a pie allí sí está formado
políticamente y participa masivamente de procesos como las
elecciones. Porque el pueblo bolivariano de Venezuela ha decidido seguir
adelante con el proyecto del socialismo del siglo XXI que inauguró
el comandante Chávez, y ante esta fortaleza popular no queda sino
tratar de desestabilizar al país con protestas violentas, aisladas
y campañas “primaverales” y amañadas financiadas
por la CIA, todo esto emitido por Direc tv o los canales privados de los
países colonia. Porque los de las revueltas que nos muestran por
las redes sociales y las pantallas, son las clases acomodadas de
Venezuela, no el pueblo bravo que defendió a su presidente del
golpe de Estado que antes ya orquestó USA. Por eso caracol y rcn y
todos los medios de los países arrodillados a USA, les hacen propaganda. Otra
sería la realidad mediática si los que salieran a las calles
fueran las mayorías, en ese caso, sucedería lo que pasa
cuando en Colombia cuando el pueblo sale a las calles a luchar, los medios
promueven el accionar criminal del Estado de ilegalizar la legítima
protesta popular, de encarcelar a los dirigentes argumentando de la nada
que son auxiliadores de la guerrilla o desapareciendo a los militantes de
las organizaciones de oposición sin darle mayor trascendencia al
asunto.
¿Por qué los medios no
lanzan una campaña que diga “todos somos Colombia, sin
libertad de expresión no hay democracia”? En esta
campaña podrían entrevistar a las víctimas de la
dictadura colombiana; llevar a los familiares de alguno de los más
de 9.000 prisionerxs políticxs a un programa de radio para que nos
cuenten a todos cómo le han torturado o sobre los vejámenes
que ha padecido su familiar en las mazmorras del régimen. Que hagan
un especial donde se muestren las condiciones inhumanas de las reclusiones
en Colombia. El hacinamiento, la insalubridad, la corrupción y la
crueldad allí con todo el que no tenga dinero para pagar su derecho
a la dignidad. Porque desafortunadamente en Colombia no es posible que los
detenidos publiquen sus comentarios en twiter o se tomen fotos con los
ojos llorosos, eso es en Venezuela nada más, porque creo que ni en
las mega-cárceles gringas esto es posible. Habría que
preguntarle a Simón Trinidad para que nos cuente. Aquí no se
puede ni entrar un plato de comida, mucho menos un celular o una
cámara. Digo en las cárceles para la gente del pueblo porque
en Tolemaida los “reclusos” pueden incluso ir a los centros
comerciales, hacer fiestas y salir a pasear cuando quieran.
En realidad no es de extrañarse
que los falsimedia colombianos apoyen a los amos de la guerra y no a las
mayorías que clamamos por la paz. Todos los días nos dicen
en las noticias que en la mesa de conversaciones de paz en la Habana, de
ninguna manera, se puede cuestionar el sistema de producción y
consumo en este país. Siempre nos dejan claro que la guerra sigue,
que con las FARC no se negocia el modelo económico y
político y que nada está pactado hasta que todo esté
pactado. Pero en cambio la canciller y el presidente colombianos sí
median para que oposición y gobierno Venezolano negocien el sistema
político-económico. Para hacer ceder la supuesta atroz
dictadura socialista de ese país para que gire hacia el camino del
libre capitalismo y la esclavitud asalariada. Ahí sí se
puede hablar de la estructura y no de la desmovilización de la
oposición.
En la mañana del 11 de abril por
ejemplo, estaban escandalizados los medios con que Santos hubiera dicho
que en ese momento no bombardearía a Timoleón
Jiménez. Entrevistaron a los candidatos presidenciales Zuluaga y
López para que se pronunciaran, y como era de esperarse el primero
quiere la guerra y la segunda la paz. Pero lo curioso del asunto es que
nadie se preguntó por qué se está hablando de
bombardeos y no de captura. A nadie le importa, que se está
hablando de un ser humano aunque sea subversivo, de un colombiano aunque
esté en la oposición armada. Simplemente se toma al jefe de
la insurgencia como un objeto de guerra pese al Derecho Humanitario que
tanto dice defender el ejecutivo. O
las normas que regulan las guerras, en las que se ha adscrito
Colombia.
En la forma que dan las noticias, en que
fabrican la opinión pública, se evidencia la postura
criminal de los medios fascistas. Para ellos las personas no son
más que un adjetivo que cobra algún sentido en tanto se
cuente con el estatus, con la condición de clase, con el apellido.
Sin el cual, ni la normatividad ni la ética operan más que
para justificar y promover el crimen de Estado, la delación, el
suplicio y la mansalva. Se despoja al oponente de su condición
humana.
Para los medios de comunicación
masivos es plausible que Santos llore de alegría por el asesinato
de Alfonso Cano o que muestre como un trofeo los cuerpos inertes de
comandantes guerrilleros; pero en cambio, los golpes militares de las FARC
son actos terroristas, son crímenes atroces que no tienen
perdón de Dios, y eso que esos muertos nunca aparecen por
televisión, de ellos no sabemos o no recordamos los nombres, ni
tenemos imágenes de los despojos mortales. ¿Acaso son
muertos de diferente categoría? ¿Es bueno matar guerrilleros
pero es malo matar soldados? ¿Acaso no son colombianos todos y es
igual de lamentable que la guerra continúe desangrando al pueblo?
Para la oligarquía colombiana es lo mismo, pues finalmente ellos no
son los que ponen los muertos, no son sus hijos, sus padres, esposos o
hermanos. Para las élites no son más que un montón de
pobretones “poniendo el cuero” y nada más; hombres
dados de baja que se reponen con más pobretones que, están
obligados a “prestar” el servicio militar. Pero saben manejar
astutamente las mentes de los televidentes, y logran ágilmente
utilizar los aparatos ideológicos de dominación para
inventar verdades sobre la guerra, las razones, los hechos y hasta los
ganadores y vencedores, en la historia ficticia que nunca
pierden.
Los medios de comunicación son un
arma de guerra, y como tal son utilizados contra todos nosotros. Crean
historietas que nos hacen creer como reales aunque no narren nada de
nuestras realidades. Son historias en las que no tenemos nunca el
privilegio de participar como actores principales sino como personajes de
reparto, como una película en que los más
“distinguidos” son las personas “de bien” con
vidas ejemplares y respetables. Y los malos, los inadaptados, los
delincuentes, son el resto de personajes (de reparto) desposeídos,
que se la pasan luchando toda su vida para ganar alguito de lo que a ellos
les sobra y derrochan burdamente. Lo que nunca nos dicen y frente a lo que
nos engañan con tergiversaciones y marrullerías, es que eso
que a ellos les sobra, es precisamente lo que nos roban a todos nosotros
desde que asaltaron el poder cuando apenas comenzaba el siglo XIX. Cuando
Santander y sus colegas traicionaron la causa por la que El Libertador
Simón Bolívar dio todo, junto con miles de hombres y mujeres
que conquistaron la libertad de las garras del yugo europeo. La primera
independencia. Tampoco nos dicen que los malos de la película somos
nosotros mismos, desde su óptica, y que no tenemos derecho a nada
porque la gracia divina lo quiso así, es nuestro destino, es la
moraleja de su fábula. La moraleja que nos dejan siempre es la
misma. El bien siempre triunfa sobre el mal. Sólo que ese mal es el pueblo y la causa social,
y ese bien son las familias
más pudientes del país. Las mismas que siempre han estado en
el poder.
Es en esta historia muerta,
diseñada para ignorantes, que nos vemos sumergidos a diario por los
medios de comunicación, por la iglesia, la educación
estatal, la familia y la cultura de masas, en la amnesia colectivizada. En
una opinión pública que no es nuestra pero nos obligan a
creer que sí lo es. Y es según esa opinión que se
supone nos indignemos porque los ricos, “la gente de bien” de
Venezuela, no pueden tener todo lo que quieren y no pueden tener el
monopolio de la información y a eso lo llamamos cínicamente,
censura a la libertad de expresión. Con la misma desfachatez se nos
hace alegrar porque bombardean guerrilleros mientras duermen pero no nos
enfurecemos porque decenas de prisionerxs yacen incinerados y hacinados en
una cárcel en Barranquilla ante los ojos de la malintencionada
incompetencia de las fuerzas del orden del Estado. Para nuestra
opinión pública, que maten a un niño rico de la
Universidad de los Andes de apellido Colmenares amerita la
indignación nacional y la primera página de los
periódicos durante meses, pero que la policía asesine un
joven grafitero de clase baja no molesta a nadie; y eso sucede porque
estamos sumergidos en una falsa conciencia colectiva según la cual,
el muchacho del sur de Bogotá lo merecía por vándalo
y el muchacho del norte de Bogotá no lo merecía porque era
un ciudadano de bien. De bien
rico y acomodado, como en las novelas.
Pero no todo es enajenación,
también existe la conciencia histórica, forman parte de la
misma realidad. La historia viva, la de la gente, donde aparece el pueblo
luchando y conquistando sus derechos a punta de sudor y convicción
esperanzada, también existe. Está construida sobre la sangre
y los sueños de nuestros antepasados indígenas, campesinos y
africanos, de los hermanos y hermanas de Nuestra América.
Está nutrida de vida inmortalizada por las ideas más nobles
y dignas, está en los brazos y piernas re-encarnadas siempre en los
que quedan, en los que emergen de los nadies, en las personas que
siguen naciendo y reproduciendo tercamente el pensamiento de la lucha
antiimperialista y liberadora. Está en la patria que resiste.
La historia de los dominantes nos quiere
manipular mentalmente, nos engaña la memoria, nos desaparece de los
libros, nos criminaliza en las acciones, nos excluye del bienestar, nos
expulsa de nuestra patria, nos quiere hacer esclavos en nuestro territorio
de los “amos” oligarcas santanderistas y de los gringos
imperialistas. Para las élites colombianas no somos más que
carne de cañón, vándalos o mano de obra barata
nacional y/o de exportación. Pero nosotros tenemos algo que llena
de pánico a los dominantes, algo que combaten desde antes de que
nazcamos, algo para lo que nos domestican con el fin de que no lo
tengamos. La Dignidad.
La Dignidad es la conciencia que crece
inexorablemente, que daña la amnesia, que rompe las cadenas
enajenantes y nos impulsa con una fuerza que sólo el amor y la
memoria logran mantener. Nos lleva a levantarnos y asumir el deber
histórico de luchar por aquello que nuestros padres y madres
cayeron, la Independencia definitiva, la libertad y la justicia social; la
autodeterminación, la soberanía, la solidaridad, la Patria.
Todo por lo que Bolívar, Manuela, Antonia, Juana, Sucre,
Nariño y miles más lucharon hasta vencer, es por lo que
seguimos luchando, y somos cada vez más. Porque nuestros ideales y
principios nunca mueren y en cambio sí se reproducen como un virus
que se expande sin control alguno. Por eso nos tienen tanto miedo los
“poderosos”, por eso nos injurian, por eso nos quieren
invisibilizar, tal y como lo hicieron con Bolívar y los
demás. Por eso las estrategias publicitarias en contra de Venezuela
bolivariana, de Bolivia, de Argentina, de Ecuador, de Paraguay o cualquier
país soberano y Nuestroamericano, es de esperarse, las
oligarquías rastreras no pueden más que mal hablar de
quienes no se rinden ni en más de 500 años de
opresión con su ejemplar resistencia.
Pero nosotros sí somos Venezuela,
y Ecuador, y Bolivia y Argentina y Perú y Colombia, porque nosotros
Somos Nuestra América, y así vamos andando sutil y
contundentemente. Todos Somos Bolívar. Todos Somos Dignidad y
Resistencia. Sin lucha popular no habrá libertad, como lo dijo el
Libertador:
“No hay mejor manera de alcanzar la
libertad que luchar por ella” Simón Bolívar.
El Movimiento Bolivariano por la Nueva
Colombia, lucha y camina por la senda del Libertador, vamos sembrando
semillas de dignidad, vamos alimentándonos con ternura y
solidaridad. Somos los hijos de pueblos esclavizados e insurreccionados. Y
no pararemos hasta conquistar la segunda y definitiva independencia. Viva
el bravo pueblo bolivariano de Venezuela. Viva Nuestra América
Libre. Abajo la oligarquía. Por la unidad y la libertad, Todos
somos Bolívar.
Movimiento Bolivariano por la Nueva
Colombia, la Patria Grande y el Socialismo.
Región Suroccidente.
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