jueves, 30 de marzo de 2017

DEL LABERINTO VIGILANTE AL “GOLPE BLANDO” IMPERIALISTA EN LA GNC


Parte 1

"…recuperar la memoria, y […] la totalidad del proceso histórico de la Revolución."
             Fernando Martínez Heredia

“…a partir del desmoronamiento del campo socialista europeo, surgieron los denominados “golpes blandos…”
  Fabián Escalante Font

                                                                                                
 Dos genocidas sion  capitalistas(Lacras Judias)

Introducción

El “golpe blando” en la guerra no convencional (GNC) se perfeccionó desde  la crisis actual del capitalismo (2007). Corroer la bisagra entre saber mutuo y memoria común[1] para el grado pertinente de cultura política socialista que resulte de una acumulación histórica acopiada en la memoria a largo plazo,[2] es el intento imperialista. La sociedad conserva y actualiza un depósito selectivo de ella. Nos subjetivamos en un contexto histórico determinado como sujeto político consecuencia de esa memoria a largo plazo. La cultura política es un producto a largo plazo de la historia, mediante acumulaciones que diseñan y proveen sentido al cambio radical socialista desde el pasado en su interacción con el presente hacia futuridad posible; sin teleología alguna. Un “golpe blando” imperialista divorciaría a la cultura política del cambio socialista radical, limitándolo a reformas dentro del sistema capitalista.

1. La raíz de la guerra no convencional (GNC) imperialista.

Está en el excepcionalismo al que Barack Hussein Obama dijo adherirse en mayo del 2014[3]. La "guerra contra el terrorismo" dilucidó la emergencia del, denominado por Bush (padre) en 1990, nuevo orden mundial que deshistoriza al ejercicio del poder angloestadounidense. Los EE.UU. encarnan a un "excepcionalismo" reiterado por la senadora republicana Kay Bailey Hutchinson (Texas) que lo describió como "El faro para el mundo que guía la vida que debe ser" durante su discurso en el Senado, en apoyo al Congreso que autorizó a George W. Bush a invadir a Irak[4];  y aísla a su sociedad del resto del mundo humano colonizando al sentido común. Dentro del país la historia mundial se enseñó sin mentar demasiado a los Estados Unidos. La estadounidense sin hablar del contexto mundial. Desde tal excepcionalismo los EE.UU., son ‘un fenómeno aparte’ que se manifiesta en la dicotomía sencilla y fuerte: los otros contra nosotros; de carácter teocrático en la sumisión de los individuos a su fuerza.[5] La “odisea” angloestadounidense codifica a su excepcionalismo en la cotidianidad de su plutocracia mediante el genocidio y la tortura en sus actos de fuerza.[6] En su industria del entretenimiento mediante la tecnofilización de la cultura. En la guerra contra el terrorismo donde las culturas políticamente “intransigentes” son  incluidas en el eje del mal como objetivos colimados. En las TV/escatologías que recrean guerras imperialistas contra dicho “eje” y advierten acerca de no provocar al poder. En la dominación que impone  mentalmente al modo de vida “americano” para la determinación genética de la violencia humana como un axioma. En la misión “divina” heredera del imperialismo anglo que jamás incluyó a los descendientes de los indígenas originarios, o los de antiguos esclavos que fundaron con su trabajo las bases de esa enorme transnacional que son hoy los EE.UU., bajo una tiranía WASP cada vez más en crisis que apela al ascenso de un Presidente no blanco a inicios del siglo XXI, en busca de actualizar el consenso para su hegemonía.

Tal excepcionalismo se manifiesta en la política y la ideología sionista israelí –hija bastarda de aquel imperialismo anglo-, contra el pueblo de Palestina al que de manera acelerada intentan borrar apoyando al lobby de la AIPAC en su avance genocida atravesando la costa mediterránea de Gaza hacia los espacios gasíferos descubiertos seis millas mar adentro. Cada agresión sionista contra Gaza, la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, estructura  un “golpe blando” imperialista en favor del gobierno israelí que es la avanzada histórica de la expansión angloestadounidense. Los árabes –no solo el pueblo palestino-, son no blancos occidentales, cristianos o musulmanes chiítas o suníes contra los que se ciñe un vendaval de bombardeos que no para mientes en el aniquilamiento masivo de mujeres, niños, ancianos y discapacitados dentro del territorio ilegalmente ocupado a los palestinos. Asesinarlos o echarlos al mar; con buena suerte, expulsarlos a una eterna migración por la fuerza fundamentando un entuerto pseudo académico que formula la interacción entre religión y nación como equivalentes.

El modelo de cultura angloestadounidense en su excepcionalismo padece egocentrismo estólido,[7] cuyo fundamento define no-Cultura a todo lo que clasifique fuera de la dominación que impone. Si el modelo de sociedad es intrínsecamente egocéntrico la Cultura –acumulación histórica- se hallará siempre donde esté el Ego. Es la acumulación angloestadounidense, la que acopia y actualiza hacia tal egocentrismo taxativo del modelo hegemónico capitalista para la desigualdad de los culturalmente diferentes a depredar. Su multiculturalismo devino en soporte funcionalista de armonía política falaz, en una sociedad que exagera (hasta trastornarlo) el rol que la cultura, los símbolos y la tradición puedan tener en la construcción de la igualdad y la justicia social. Entrar y salir con equidad de una acumulación histórica otra para comprenderla es un “riesgo” que tal excepcionalismo veta a priori. Sus guerras de agresión, conversan sólo con sus propios intereses en crisis para que lo diferente sea sometido a su supremacía codicial.[8] El proceso actual de normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y los EE.UU. vadea esa oscura laguna. Barack Hussein Obama es una herramienta política conque paliar una crisis orgánica, de la que ir saliendo a medida que se acreciente la autonomía de esa potencia social autónoma[9] en que ha devenido el acopio rentista. La anglonorteamericanización global de la cultura es un arma de exterminio masivo de su excepcionalismo.

2. El laberinto vigilante contra el proceso de normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y  EE.UU.

Laberinto vigilante:
§  Es escenario básico de la GNC para un golpe “blando”.
§  Es plataforma operativa de otras estrategias de esa GNC
§  Se actualizada permanentemente.
§  Viabiliza los movimientos y estrategias contra una zona colimada por esa vigilancia, en estatus de “normalidad” política.
§  Medra en la cotidianidad de dicho espacio colimado antes de que las operaciones de la GNC se activen; y puede mantenerse aunque esas fracasen.
§  El capitalismo desde su crisis agravada a partir del 2007, elevó la operatividad de esa vigilancia política que mutó en laberinto conque deslastrar de la inversión social a su acopio parasitario.[10]

En la primera mitad del siglo XX el capitalismo gestó a su inteligencia en la cultura del "trabajo para toda la vida". A los posibles espías se les echaba el ojo ya desde las aulas; proveyéndoles de una prebenda inconcusa bajo supervisión, que garantizase el camino recto hasta el reloj de oro y la pensión. Al menos hasta los 50 y primera mitad de los 60 del siglo pasado coincidiendo con aquel periodo capitalista de acumulación larga angloestadounidense. El brinco neoliberal de los 70 desreguló los mercados laborales relegando al sindicalismo y a la izquierda política a una cruenta represión desatada por los ricos durante el acopio parasitario de plusvalía en medio de la financiarización global. Y agrava tensiones en la reproducción socialista donde ciertos individuos observan sin el discernimiento suficiente en su grado de cultura política cómo evolucionan los modos en que la dominación imperialista aguzó a su vigilancia sobre las sociedades.

Surgió de tal laberinto para de esa GNC el “gremio” de los contratistas conectados -the networkers-, como vigilantes (en realidad) vigilados.[11] La norma del errante laboral deslocalizado bajo la tercerización que gestiona ejércitos privados de ocupación, teams subversivos para el aceleramiento de las revoluciones “naranja” con que desmantelar gobiernos incómodos; de construcción, montaje y desmontaje de casi cualquier cosa; si hay trabajo efectivo y solo por ese tiempo, sin representación legal. En las cavilaciones de tecnócratas cubanos “de pasillo” los recursos humanos tañen a herramienta ideal por despolitizable. Pero tercerizar significa que tareas como la vigilancia sean realizadas por empresas u ONGs contratadas por otra que se ahorra la inversión, debido a una perspectiva bidireccional: reducir los costos y aumentar las ganancias evadiendo controles legales. Se arriesga la vida del contratado en tareas peligrosas. Se busca el disciplinamiento desindicalizado que neutralice reclamos para revertir a esa precariedad. Es la tercerización o privatización “deslocalizada” de las guerras en la periferia del sistema, conveniente a las élites auto-recluidas del capitalista colectivo. Desde sus espacios la “pulcritud” volatiliza a los intrusos discretamente eliminados por esa tercerización de su vigilancia.

La política angloestadounidense exacerba a través de esa vigilancia las pugnas entre países “periféricos” con que apalancar la insustentabilidad social; priorizando a los “proclives” a enfrentárseles. Dicho apalancamiento es vital a su dominación y está blindado por una destreza bélica que garantiza la venta de pertrechos de su complejo militar industrial. Quienes bracean en la sopa de acrónimos del complejo de la intelligence angloestadounidense dependen cada vez más de nómadas sometidos a la rotación imprevisible de personal. La demanda emergente de trabajo tercerizado en el laberinto de su vigilancia, incluye a organismos como la USAID o la NED. Las estrategias de asedio imperialista contra movimientos sociales incómodos, o personas políticamente inconvenientes utilizan a dichos contratistas sometidos al subempleo-errante, pero vigilado, a cambio de mejoras económico financieras, en contextos bajo tensión material o política.

La cotidianidad está sometida a un laberinto de vigilancia burguesa que eventualmente lleva el nombre del empleado-errante lastimado que se pierda en él. Punible por hijo de “nadie”, aspirante a prescindible que –desde la evocación incómoda de Daniel Elsberg-, sea clasificado como Snowden, Manning –entre quienes se sublevaron contra el sistema. Ese laberinto vigilante lo terceriza todo. La adhesión al acopio parasitario impide el discernimiento intelectivo; la autoestima personal y subjetiva en su sano juicio, están sometidas. Pero la vigilancia vigilada destroza a dicho sometimiento cuando el afectado (sobre todo si joven y en medio de las contradicciones del sistema capitalista en crisis), tropieza con los genocidios, con los escándalos y el cinismo que manipula a los individuos dentro del calendario capitalista, donde las “leyes” contra la integridad de los seres humanos rebasan al colmo de los crímenes silenciosos que la dominación burguesa, puede, tras disolver en el terror todas las relaciones humanas, convertir en otro genocidio si la resistencia contra ella cede. El laberinto de la  vigilancia deviene en angustia existencial –en ocasiones insoportable-, si se gana conciencia de que la primera víctima es la libertad del tercerizado que vigila mientras es vigilado.

El capitalismo intelije a su vigilancia del mundo como un derecho parasitario sobre todo lo acopiable a convertir en capital. Desde su médula en Wall Street leva anclas esa potencia social autónoma en expansión. Bancos y banqueros se implican solo consigo mismos. Al desregular y deslocalizar a la angloestadounidense germinó una economía de casino precarizando al mercado global del trabajo, privatizando a los fondos de pensiones. Criminalizando a las mayorías para salvar a los bancos; el capital y su acopio parasitario fomentan a la vigilancia imperialista. Mayúsculo aquelarre en la historia financiera paso casi inadvertido hasta para los espacios a contracorriente del capitalismo de donde un porciento no despreciable emigra ingenuamente hacia aquel Leviatán; hacia la “victoria” del capitalismo que despolitiza al reajuste radical socialista del modelo cubano actual, colimado por la plutocracia global para que lo “lógico” sea salirse.

La operatividad de esa vigilancia disminuye el compromiso de la plutocracia imperialista con una clase media que ve implotar la frontera que la separa del trabajador -del obrero simple víctima de crisis actual-, antes demarcadora entre esa plutocracia y los “revoltosos sociales”; zócalo de una burocracia corporativista y multiuso. Se observa durante las “revueltas de la clase media” en los últimos tiempos, que han recorrido el mundo entero desde los Estados Unidos a Brasil y los países árabes. Egipto, Túnez y Ucrania. Lemas democráticos fueron mezclados con demandas sociales progresistas para las mayorías; en otras esos lemas se adulteraron por un primitivo egoísmo de grupo convirtiendo a la retórica en cobijo para esquemas claramente antidemocráticos, en dependencia de hacia donde se inclina la balanza bajo el monitoreo de esa vigilancia que viabiliza “golpes blandos”.

La perspectiva de la clase media en la sociedad actual es muy precaria en su grado de cultura política pertinente. Dependiendo de la disminución capitalista en la inversión social oscila de izquierda a derecha. En los países del “centro” capitalista es posible que las revueltas de la clase media sean, no pocas veces progresistas. Donde mayor es la clase media y más consciente es de su posición, como temporarios contratados, hay menos espejismos en sus perspectivas. Más estrecha es en la periferia -y semiperiferia-, donde tiende muy a menudo a ilusiones elitistas, a sentirse en riesgo no por las reformas neoliberales, sino por las protestas populares que pueden perjudicarla en el reparto preferencial de la riqueza. Bajo una autoestima que sobrevalora sus propias capacidades responde a un cúmulo de ilusiones y mitos, que cuanto más periférica es la economía de un país más ridículas son. La vigilancia imperialista durante la GNC condena a la clase media de países “periféricos” a una hiperkinesis chiflada; la batuquea hacia el acopio parasitario de plusvalía en la polarización insoportable durante la distribución de la riqueza deslastrada de la inversión social. Y sin esa inversión la clase media es improbable. Los bancos capitalistas ya no la “mantienen”, sino que la desfalcan hasta que reviente.

El meollo está en la propiedad de los medios de producción. Se es un asalariado de cuyo sueldo el dueño saca su plusvalía que John Bates Clark de un “libretazo” teórico dilucidó como ganancia.[12] Para algunos que creyeron haber dejado atrás al proletariado y no ven la realidad, la crisis sirve para devolverles su lugar en la pirámide social del capitalismo y su apropiación de la plusvalía sobre el trabajo ajeno. Sin tal apropiación el sistema es improbable. La clase media global está sobre-endeudada lejos de una mayor concesión de créditos de los bancos comerciales; en el estatus de trabajador simple. No sólo los insolventes han consumido más de lo que pueden pagar; los bancos comerciales durante el aumento del coste financiero de capital y el retroceso de la demanda en los mercados para sus productos, sufren una fuerte caída de la tasa de beneficios.

Este laberinto de la vigilancia imperialista busca  al "sirio disidente" en el proceso cubano que active una "revolución naranja" desde una ‘clase media’ al interior de la zona bloqueada.  Si una praxis sustentable de izquierda soporta al grado de cultura política anticapitalista pertinente puede efectuar una rectificación radical en la reproducción social, que deje atrás alguna noción de ‘clase media’. Al capitalismo le urgen individuos (mejor si jóvenes) que se ciñan a su esquema sin cuestionarlo, y no les irrite vigilar siendo vigilados; busca afanosamente dentro de la zona bloqueada (Cuba).

Si se observan críticamente valores esenciales dentro del actual modelo socialista cubano, toparemos con trazas de esa vigilancia. Si el proceso deja de avanzar lo suficiente, tal noción de la “clase media” girará abruptamente hacia la (ultra)derecha; incluyendo a quienes no pertenezcan a ella pero aspiran a, o se “sueñan” insertos. Lo que es aprovechado por ese laberinto para hacer que esa porción de la clase media y quienes están por debajo de ella pero la sueñan, se extravíen hacia el retroceso social y político. Cuántos middle-class integran las protestas contra el grado de socialización “inconveniente” de sus países, a cambio de migajas provenientes de las “sobras” que dosifica ese laberinto vigilante imperialista. Y cuántos tienen conciencia de que tales “sobras” les son arrebatadas, a través de la malversación y la corrupción a los exiguos bolsillos de los ciudadanos de a pie en la centralidad capitalista; y en ilegalidad antisocialista. La cultura política de la clase media deviene reaccionaria y cierta izquierda a su servicio no solo desorienta y confunde; además incentiva a los intereses políticos angloestadounidenses. La deslocalización vigente no tiene previsto salvarla; sino consolidar al laberinto vigilante echando mano a contratistas (sobre todo jóvenes), que a fin de cuentas provienen de los restos de esa clase media en trance de desamparo.

Cada espacio social es acopiado por esa vigilancia mediante seguimiento electrónico de pasaportes con identificación biogenética que incorpora a un banco de datos centralizado en los Estados Unidos a disposición de sus servicios migratorios. Snowden advirtió lo improbable de que alguien nacido en el siglo XXI llegue a conocer, alguna vez, la vida privada. El uso excesivo del teléfono celular arruina la privacidad. Y le expedita su labor a esa vigilancia.[13] La autoestima vejada en la ostentación es un muy codiciado valor social de cambio. La crisis interna reflotó en Cuba al exhibicionista sin idea de que la pérdida de la privacidad equivale a la de autoestima.

En La Habana quizás no pocos desconozcan que los Estados Unidos tienen al mayor número de personas bajo ciber-vigilancia del mundo. El desplazamiento de lo que serían las NTIC’s, desde el sector militar hacia el espacio civil de un capitalismo neoliberal, es la deslocalización tercerizada de esas funciones militares conque expandir a su vigilancia sin que los sujetos se perciban vigilados. El término sociedad de la información o del conocimiento es el soporte teórico de la tecnofilización cultural por parte de la hegemonía imperialista. La gente “sobrante” tiene, a través del consumismo, acceso a algunos avances tecnológicos monitoreados por temporarios subordinados a empresas contratistas como ciber-rascabucheadores elegibles en las periferias, decididos a insertarse en el funcionariado de esa vigilancia. Hoy disponemos de analfabetos funcionales interceptables, que ignoran la desaparición “accidental” de medios de transporte y personas en un radio muy extenso y complicado en que está implicada esa vigilancia, que soporta al poder político angloestadounidense y a la deslocalización de sus contratistas tercerizados, y bases militares para la privatización de las guerras que generan tragedias retenidas en las oficinas secretas de sus agencias.[14]

Los Papers académicos abren el marco futurista de un capitalismo tecnocrático como el más alto grado de cultura posible, contra el ejercicio de un pensamiento conflictivo para el sistema. La animadversión “indiferenciada” contra la violencia; el refugio en, o el regreso acrítico a la fe religiosa, prefijan teleológicamente al futuro burgués como predestinado. Se habla de una posible idoneidad cultural al pasivamente vigilable. La academia angloestadounidense genera una producción mercantil (de teoría) que se des-comercializa con rapidez. Hay una interacción innegable entre el poder (político), la producción de conocimiento, y el laberinto vigilante imperialista; en tanto, hegemonía. La del conocimiento es producción cultural de poder político para la dominación. La “fabricación” en cuerpos dóciles de intelecto sometido es una necesidad de la dominación capitalista para el acopio incesante de plusvalía rentista, y el control del medio donde trascurre la biodiversidad existente. Por ahí se aproxima la noción imperialista de que sobra gente en el mundo y el problema debe ser entregado a su racionalidad colonizadora. Aceptar la existencia de personas que políticamente valen nada; el de los Estados Unidos es un gobierno que produce y socializa una cultura política profundamente anti-intelectual bajo vigilancia permanente. En tanto laberinto vigilante que geste una ineficiente rectificación radical socialista, ha instalado una despolitización que legitime al individualismo más intolerante.

3. Observaciones sobre la operatividad del laberinto de la vigilancia imperialista para un golpe “blando” desde la GNC.

Algunas observaciones acerca de “territorios” sobre los que incide la vigilancia imperialista durante la preparación de un golpe “blando” desde las normas de la GNC.

1) Existe una acumulación histórica que estructura la vida cotidiana. Y es necesario aprenderla en su contexto histórico. Que cada una sepa de lo que está hablando el otro. Es saber mutuo actualizando a una memoria común al procesar información hacia conocimiento en contexto histórico determinado, o para confirmar a ese conocimiento. Confirmar,  actualizar información hacia conocimiento en contexto histórico forma parte de la historia cultural. Cuando dos o más personas dialogan existe una memoria común entre ellas, que comparten y actualizan continuamente; aún si desde culturas diferentes. Sin esa memoria común no hay acceso a una acumulación histórica. Los sistemas de enseñanza transmiten procesos de aprendizaje intelectivo a fin de que se pueda discernir la porción de esa enorme e inabarcable acumulación histórica vigente en ese momento; de esa memoria en contexto histórico determinado.

Siendo la lengua o idioma, la base que sustenta a una cultura (o sociedad), el dominio de ella, hablar bien o entender bien lo que se nos dice más allá de una elemental alfabetización, tiene hoy en día una importancia vital. La hegemonía angloestadounidense incluye, mediante su supremacía codicial (la del inglés en su versión estadounidense como la lengua globalizada) el control y manipulación sobre los idiomas y las culturas, que se manifiesta en la propiedad transnacional sobre las redes para un modo de procesamiento de la información sometido a su hegemonía para dominar acumulaciones porque la angloestadounidense no es la Cultura del mundo; como pretende. La semiosis que sostenga a una hegemonía como la suya, estará obligada a devenir sistémica, mediante relaciones de dominio que incluyan solo a quienes hagan la norma del canon. El resto se subordina a esa reproducción. La tensión cultural en las crisis capitalistas refuerza a esa dominación sistémica, para deshistorizar al poder hegemónico. Lo que se intercambia en esa tensión debe inferirse “eterno”, que existirá siempre. Limitar su análisis crítico a procesos dentro de la cultura masiva o cultura de masas, mueve a una despolitización pasiva lo que tal hegemonía promotora de la cultura capitalista a escala global nos impone, por un lado; y a una paupérrima perspectiva teórica analítica que mutile a la equidad por el otro. Al deshistorizar a cualquier acumulación, hacia la reiteración de un presentismo amnésico, al presente; los ideólogos de las clases dominantes inducen a no mirar hacia atrás. Sin historia, detrás quedaría el vacío, el desierto helado de la desmemoria. Este horror cotidiano se volvería eterno.

2. La implicación del tiempo a despolitizar en la cotidianidad “global” durante la operatividad de laberinto de la vigilancia imperialista en la GNC se va convirtiendo en un asunto tan complejo como pretendidamente ignorado. Quiñones[15]  analiza tres aspectos en ese sentido: la preocupación y el trabajo abstracto, la política capitalista del tiempo: rotación y acumulación del capital; y la subversión de la historia. Curiosamente su punto de vista desemboca en la despolitización (política) con que deshistoriza el capitalismo a la autonomización de esa potencia social autónoma de capital citada desde Chesnais.  Señala al problema del tiempo en la concreción de la actividad práctica del ser humano para su sobrevivencia, haciendo hincapié en las condiciones actuales de existencia; que caracteriza como la generalización del régimen de trabajo abstracto, cuyo clímax se alcanza históricamente con el capitalismo como modo de producción hegemónico a escala planetaria. La preocupación y el trabajo abstracto, aparecen motivadas por la actividad práctico-utilitaria del ser humano, durante el enfrentamiento real del sujeto con el mundo. Entre la preocupación y la actividad práctica existe una doble determinación, pues aquella supone la razón sobre el cual es realizada, mientras que ésta condiciona a la preocupación como condición histórica.

Tal relación atraviesa toda la historia y se mantiene hasta hoy. Dicha preocupación aparece cuando el ser humano se ve abocado a una lucha de sobrevivencia que debe prolongarse más allá de su momento presente; por el futuro, no puede hablarse de la preocupación como sólo un estado emocional, ni como un estado intelectivo aislado, es un eje a través, como parte esencial de la vida humana en su fase histórica. Son las condiciones del desenvolvimiento humano las que decretan el surgimiento de la preocupación en la vida misma, cuando el sujeto carece de las posibilidades para garantizar el mantenimiento de su vida en el presente y su prolongación en el futuro, lo remite a la insuficiencia material en el marco de un desarrollo incipiente de las fuerzas productivas durante las condiciones del régimen del trabajo enajenado en la sustitución del trabajo concreto por el trabajo abstracto. Tal generalización del trabajo abstracto es característica de los sistemas de producción cuya vocación mercantil y cuyo grado de división social del trabajo han eliminado las posibilidades de sobrevivencia del individuo sino es a través de la constitución de los productos de su trabajo como valores o mejor, en la constitución de su fuerza de trabajo como mercancía.

Es una característica de la vida humana civilizada que opera trans-históricamente pero como una norma cosificadora de la actividad humana que determina la inclusión del tiempo en la actividad del ser humano como presupuesto práctico del presente en sus posibilidades de proyección hacia el futuro; expresa la situación enajenada del sujeto, la preocupación tuerce la actividad cotidiana y la proyección futura hacia un vaciamiento del momento presente y una pre-ocupación del mañana que le cercena al sujeto las posibilidades de realizarse en el presente y, más aún, de construir su futuro en y desde el momento presente. La transformación liberadora del mundo se pospone indefinidamente bajo el peso de la pre-ocupación, el transcurrir del tiempo en tanto vivencia del sujeto se vuelve un eterno presente que opera homogeneizando el presente y el futuro. La historia no existe porque es anestesiada desde la dominación cuando trabajo como ente creador del sujeto humano se vuelve una actividad enajenante, negando así el carácter realizador del trabajo como fuente de ideación y construcción efectiva del futuro. La amnesia histórica que propone (impone) la hegemonía imperialista. pre-ocupación del futuro anula el peso de la historia pasada en la constitución presente del sujeto. El pasado es negado como peso muerto para la garantía de la vida en un presente continuo que se prolonga hasta el mañana. Y se niega no sólo la ontogénesis del ser humano como ser práxico e histórico, a su vez la personalidad del sujeto en las pulsiones originarias cuya represión determina el origen del desenvolvimiento civilizatorio. La generalización de condiciones de vida de carácter capitalista a nivel mundial, impone la generalización de un modo de reproducción de la vida material cuya base es el régimen de trabajo abstracto; no como un hecho aislado sino como una condición sistémica. Se establece una correspondencia entre el régimen de trabajo abstracto y las dinámicas sociales y políticas. De ahí que la forma en que el régimen del trabajo abstracto incide en la determinación de la vivencia del tiempo es un ejercicio del poder que coadyuva a la dominación del ser humano.

El condicionamiento capitalista de la percepción y vivencia del tiempo es, por tanto, una política capitalista del tiempo. En el marco de relaciones sociales de carácter capitalista, la medida social del tiempo se determina por el ciclo de rotación del capital. Tal “ciclo está constituido a grandes rasgos por tres momentos: a) la existencia del capital como dinero, aun cuando el dinero en sí mismo sólo actualice su carácter de capital en una relación de intercambio que le permita valorizarse; b) la metamorfosis del dinero, cuyo sustituto es la masa de la producción como valores de uso que encarnan valores y no sólo utilidades; y, c) la metamorfosis de la producción en tanto que mercancías en su equivalente general que es el dinero. El ciclo comienza y termina en una forma determinada del valor, pudiendo ser ésta la forma mercancía o la forma dinero; pero en el plano de la producción capitalista lo realmente sustantivo es que sea predominante la forma dinero pues permite, en tanto que equivalente general, la perdurabilidad del proceso de acumulación”[16]de esa potencia social autónoma a la que se refería Chesnais; lo esencial es el aumento polarizado del acopio dinerario rentista en dirección contraria a la inversión social. La historia constituida sobre los cimientos del trabajo enajenado y, por tanto, de la preocupación como principio regulador de la percepción subjetiva del tiempo, está en contra de la humanización misma del ser humano.

3. La deslocalización del calendario imperialista –erigido sobre el trabajo enajenado-, a través de los mercados financieros colisiona contra la Naturaleza, sus equilibrios y transformaciones cíclicas, durante el acopio de plusvalía parasitaria que impone una linealidad homogénea, desde la economía neoclásica. Su flujo mediante redes digitales atraviesa las culturas destruyéndolas; revoca distancias estacionales para que el tiempo, secuestrado, las ignore. Crea una nocturnidad ficticia en la “eternidad” global desde un consumismo incoercible –la noche y la madrugada alumbradas, “soleadas” con energía artificial, interminables para el consumo y diversión deslocalizados; incluso en La Habana, capital de un país socialista bloqueado hace más de medio siglo, durante la etapa más ardua de la crisis y la reforma de los 90 del siglo veinte; cuya provisión al turismo internacional coincidió con la entrada al país de los primeros avances tecnológicos en la NTIC’s. La rentabilidad a corto plazo evade las necesidades de las personas secuestradas por la economía neoclásica, durante esa nocturnidad ficticia comunicativamente estresada y huérfana de relaciones duraderas; acelerando su reajuste al ritmo de una plutocracia “glocal”.

Después del 15 de agosto de 1971 habría que añadir que el dólar angloestadounidense es un crédito basado solo en sí mismo y que no refleja nada más que a sí mismo. Todo el capital acumulable posible del mundo es semantizado en dólares angloestadounidenses, las monedas nacionales equivalen a cifras dilucidadas en dólares ídem. Lo que se discierne en acumulación de capital tiene que ser significado en esa moneda; la ironía está en que al dejar de ser un “patrón de medida”,divorciado ya de su equivalencia en oro, no es más que un trozo de papel “timbrado”, una “promesa” financiera, que subraya y expande al proceso de deshistorización del poder angloestadounidense. Tras la deslocalización acelerada de su estructura productiva hacia los 70 del siglo veinte. Las estrategias de su GNC pisan cada vez más fuerte sobre los espacios “periféricos” en su geo-estrategia; en la alienación de los “vencidos” siempre colimados por esa vigilancia imperialista que instituye a: “una producción de relaciones como resultado de la victoria en la confrontación. Un punto de alcance de una nueva etapa en el proceso posterior al triunfo [del dominador imperialista], o sea: la construcción de un dominio estable. En otras palabras: la paz, momento estratégico de la confrontación y al mismo tiempo resultado de la victoria previa en el enfrentamiento. Si la derrota es tal que no se visualiza en el campo de los «observables» ninguna posibilidad de revertirla, los sujetos sociales dominados y vencidos empiezan a otorgar consenso al vencedor y a «olvidar» el turbio origen de la paz, autorrepresentándose imaginariamente la situación posvictoria como una relación eterna, sin origen y sin futuro. Deshistorizar el ejercicio del poder, he ahí la clave para su reproducción [imperialista].” [17]

4. Se define como “psicología de la escasez” a la incertidumbre por insustentabilidad material[18]; que no se enfrenta con “abundancia” burguesa, sino con la búsqueda de eficacia económica y cultural éticamente asentada sobre otro modo de producción superior cualitativamente al capitalista. Una abundancia no cuantitativa ni propiedad de una clase minoritaria, sino cualitativa y pública, disfrutada por la sociedad en su conjunto. Desde esta perspectiva, una “sociedad de la abundancia” no produciría violencia, injusticia social, ni personalidades envidiosas y frustradas que malviven en una “sociedad de la escasez”. Un “golpe blando” imperialista borraría toda suficiencia económica del horizonte político y social cubano. De no existir una prueba fehaciente de voluntad política angloestadounidense,[19] el bloqueo contra la isla intentará eternizar hasta el genoecocidio a la “sociedad de la escasez” durante la interacción, del lado de adentro de ese bloqueo, entre pasado y presente en busca de futuro posible.

5. El facilismo[20] que aún padecemos actualizó al sentido común legado por el colonialismo; hoy agravado por las fantasías burguesas de una bonanza artificial de libertad en una profunda desigualdad que degrada las relaciones sociales, genera individualismo para competir con los otros y las otras en la cacería de recursos materiales y simbólicos. Corroe al sentido de comunidad y de lo colectivo secluyéndolo en lo individual. Complica su anclaje en las emociones colectivas dentro de cada cultura, vinculándolas con aspiraciones y expectativas que sugieran la solución de necesidades y carencias sin mover un dedo; para que otros las resuelvan. Destruye las bases que contribuyan a salir del modelo socialista inservible. Impide el activismo consciente y autónomo en la toma de decisiones individuales y colectivas con que superar el estado de cosas heredado. Y estimula a un diálogo interno de consenso y fraternidad sin soberanía; invisibilizando a la explotación.

La responsabilidad –individual-, en el ejercicio del grado pertinente de cultura política socialista equivale al de cultura general, al empoderamiento del pueblo políticamente organizado que la teoría y la praxis política del PCC y el gobierno revolucionario sean capaces de alcanzar antes y durante las tensiones dentro de, y posterior al desmantelamiento de ese bloqueo, por la sustentabilidad económica; donde los resultados de investigación en las ciencias sociales tienen un rol importantísimo[21] para evitar un patinazo en la mancha de la subversión política angloestadounidense y sus órganos de intelligentsia .

El de una masa taciturna y apolítica extraditada hacia el lado de afuera del “embargo”, pero absorta en su disputa individualista por la supervivencia cotidiana de ser más o menos pobres los unos contra los otros, al margen de los asuntos y problemas sociales, es el sueño del Estado Profundo angloestadounidense para el cual  los asesinatos[22] son aún el gran “enigma”; el presidente John F. Kennedy (considerado un golpe blando) y su hermano Robert, ex secretario de justicia –así como la enorme estela de testigos sospechosamente ultimados-, ambos, miembros con pedigrí de la aristocracia angloestadounidense, nos recuerda que las muertes de Martin Luther King y Malcolm X gestaron, desde la temprana operatividad del hoy denominado Estado Profundo, la determinación de eliminar a cualquiera sin tener en cuenta quién es ni la importancia de sus funciones, en beneficio de sus intereses. Cada uno de estos eventos pudiera considerarse como un “golpe blando” imperialista dentro del mismo núcleo de su hegemonía.

Para Gennady Zyuganov está lejos de ser una coincidencia que seis líderes de izquierda latinoamericana y caribeña contrajeran cáncer aproximadamente en la misma época. ¿Yasser Arafat? Fidel Castro mal colimado por cientos de intentos de asesinato biológico por parte de la CIA, le reconvino a Chávez “cuídate Hugo. Esta gente (los norteamericanos) ha desarrollado la tecnología. Tienes que tener mucho cuidado” [23] (lo de Chávez y el arma que lo mató).

La rectificación radical socialista exige una ética. La decencia de los individuos es decisiva ante la molicie intelectiva que impida pensar críticamente el modelo socialista posible.[24]

La ‘clase media’ residual cubana está compuesta, en proporción no deseable, por auto-retirados del compromiso político de izquierdas que culpan a los procesos para el cambio anticapitalista de “impuros”. [25]

Tras 55 años de hegemonía revolucionaria, es vital la reactualización política. Una ventaja trágica está en que aún la población que vivió las últimas cuatro décadas incorporada al sistema resulta mayoría; consuelo insuficiente en tanto envejece. La unidad del país en su diversidad descansaría, entonces en esos tres miedos “…a perder la soberanía nacional; miedo a perder las conquistas de la revolución; y miedo al capitalismo que visiblemente nos tocaría” que sería además de desconocido, mucho más cruento que el que vivieron hasta 1959 el país y su actual dirigencia histórica.

       
 ¡VENCEREMOS!
*Abogado con Patria
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