lunes, 26 de diciembre de 2011

Si de religiones, iglesias y dioses se trata

(¿cuantos pobres comerian con ese oro?)



Javier del valle Monagas Maita (*)


Hay algo que caracteriza a las civilizaciones u organizaciones humanas a través de la historia. Es la mistificación y la asignación del carácter divino a todo lo que no puede explicar con la lógica del conocimiento que posee en cada una de sus etapas de desarrollo. De esa manera son sacadas a la sombra de la ignorancia los diferentes dioses existentes, de las diferentes religiones existentes en los diferentes países existentes con las diferentes culturas existentes.
Cada una de esas deidades, es presentada como un ser omnipotente, todo poderoso, omnipresente y con una benevolencia que está más allá de este mundo. Lógicamente que detrás de cada uno de esos dioses y sus respectivas religiones, existe una infraestructura de poder, que tiende a convertir todo lo relacionado con su dogma en un gran y magnifico negocio económico. Este principio mercantil, rige todas las acciones, rituales, y centros supuestamente espirituales, desde: templos, sinagogas, iglesias, basílicas, mezquitas, etc.
Todo en esas religiones y dioses rige hacia la toma y posesión del poder. Compiten entre ellos, al punto de hacerse guerras santas, impregnadas de ambición económica. Cada una elogia a su dios y desprecia al los dioses de otros. Grandes mortandades se han producido históricamente en la humanidad, regidas por creencias y costumbres religiosas que se quieren imponer a las demás a punta de lanzas, flechas, bayonetas, fusiles, bombas de racimo, atómicas y ahora climáticas y de rayo laser. En las monedas de las naciones; el dios predomínate tiene su presencia simbólica expresada. Su capacidad en las relaciones económicas internacionales de intercambio, está íntimamente ligado a la fuerza militar y a la capacidad de generar muerte por parte de la nación. Mientras la religión es más poderosa. Mas ostentosos y grotescamente enriquecidos son las vestimentas que identifican a sus obispos, pastores, sacerdotes, rabinos, ayatolas, papas, presbíteros, diáconos, pastores, misioneros. Dentro de sus principios, tienen toda clase de sanciones, castigos y métodos sicológicos de terrorismo divino. Unas mas fuertes que otras, pero todas tienen el castigo y la amenaza como centro de control sicológico de la conducta de sus seguidores. Es mas son tan vulgarmente obscenas, que si una persona no cree en ninguna de ellas y sus dioses invisibles e intangibles, se confabulan y ponen en funciona- amiento una maquinaria propagandística tan mortífera e inmoral, que estigmatizan al más rebelde. Ellas (todas las religiones y sus dioses prefabricados) hablan de amor, de paz, de convivencia, de solidaridad, de apoyo, de humildad y de respeto a la verdad. Pero en sus actos, o los de sus máximos representantes, lo que vemos cotidianamente es: promoción del odio y del desprecio hacia quien no es de sus cofradías; imponen guerras verbales y, acaban en guerras materiales; en los templos de unos no se puede efectuar un rito de los demás; cuando hay catástrofes, piden colaboración a los demás pero no ponen un centavo o un plato de alimento de las inmensas riquezas que ellos acumulan; todo lo que aportan es en palabras, pero ante poniendo a su verbo, bondad de su religión, de su dios, y hasta presentan lo natural como un castigo divino, por no acatar las peroratas falsas de sus lideres engañadores; siempre andan en sus pomposos trajes y sus lujosos vehículos, con sus rimbombantes prendas de oro, contradiciendo descaradamente sus propias predicas; la mentira es su guía. Mienten en todo, empezando por la existencia de un pelele que representan en figuras de palos, de yeso o de cualquier cosa material, o en símbolos absurdos de cruz, gorra o Kipá, barbas ridículas o trajes de espantapájaros.
Actualmente existen dos estados parasitarios como sedes de dos religiones diferentes, uno es el católico que está dentro de Italia, denominado el Vaticano, desde cuyo interior se han fraguado las peores guerras y acciones maquiavélicas contra el mundo, en complicidad con los ricos poderosos del mundo, empezando por las cruzadas, la guerra española, la segunda guerra mundial, la primera guerra mundial, el apoyo incondicional a la pedofilia y hasta el asesinato de un papa, el otro el estado ilegal judío de Israel, y que para conformarlo, engañaron al pueblo palestino, asesinaron y asesinan a sus pueblos, despojan por la fuerza de sus casa a los legítimos propietarios en Jerusalén, Cisjordania, les destruyen sus sembradíos, les dividen con muros inmorales de oprobio y cemento, los cercan y les impiden acceder a alimentos, agua, medicina, educación, salud
Otros estados se declaran islamistas. Pero censuran groseramente a las mujeres, las tratan indignamente, les niegan sus derechos fundamentales. Hacen guerras santas, que aunque lo hacen en defensa propia, atacan a personas inocentes. En todas ellas solo su dios es verdadero, pero ninguna da comprobación cierta y material de la existencia de semejante embuste. Todas juegan y manipulan la fuerza interna más poderosa que tiene el ser humano: la fe. La iglesia evangélica “dios es amor “entre otras, es una franquicia que se exporta a muchos países del mundo desde Brasil, y todos deben retribuirles dinero. Su dueño: Edir Macedo Becerra, posee una fortuna incalculable. Aquí en Venezuela, se ha posesionado de una extensa red de locales de cine, que convirtió en templos que le proporcionan una verdadera fortuna. Ninguna religión reconoce el verdadero poder y capacidad de la fe. La limitan a unas simples creencias en dogmas absurdos, que solo circunscriben a la pleitesía de su religión. Pero la fe es mucho más que eso: es la fortaleza espiritual, moral, ética y universal que conecta a la humanidad con el todo existente y organizado. Por medio de la convicción y fortaleza de la fe, podemos vivir en salud, viajar, vivir en paz y en armonía con el universo, sin necesidad de ser individualistas, egoístas y ambiciosos. Por medio de la fe real y pura, nos armonizamos con la naturaleza, pues de ella venimos y no la reclamamos en pertenencia, si no al contrario, reconocemos que somos parte de ella. Por la verdadera fe, entendemos que no somos ni superiores ni inferiores a nada ni a nadie, que solo ocupamos el espacio, lugar y función necesaria, para el equilibrio. En otras palabras, la fe es comunismo del más sano y puro, que no se deja dominar ni pervertir por religiones, dioses de pacotillas, ni dogmas sectarista o divisionistas. Dijo el gran Marx: “la religión, es el opio de los pueblos”
Ciertamente que de existir un dios bueno, amoroso y respetable, despreciaría todas las iglesias y las religiones. Pues ellas son una cadena de antros de perversión y mentiras, donde se esclaviza y se somete al creyente a una presión sicológica y moral que lo destruye física y espiritualmente, lo anula ante la naturaleza.
http://es.wikipedia.org/wiki/Opio_del_pueblo#Religi.C3.B3n_como_sometimiento_versus_religi.C3.B3n_como_sue.C3.B1o
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-AlienacionReligiosa.htm
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/marxis/P2C3Lowy.pdf
(*)Abogado Bolivariano
javiermonagasmaita@yahoo.es javierdelvallemonagas@gmail.com
www.planetaenpeligro.blogspot.com / lo que será

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