Javier Del Valle Monagas Maita
Mientras Venezuela se hundía en la ignorancia, vosotros erais felices.
Cuando el pobre no podía comer, vosotros erais felices. Cuando la educación era exclusividad de los
explotadores, vosotros erais felices. Cuando el campo era de los ricos,
vosotros erais felices. Cuando la asistencia médica era un privilegio de pocos,
vosotros erais felices. Cuando las riquezas de la nación se iban hacia en
norte, vosotros erais felices. En
Venezuela había paz y concordia, no había división.
Uds. no conocieron el miedo a la justicia, ni cuando cometíais faltas aberrantes.
Jamás el látigo de la ley fue capaz de pasearse por vuestra puerta. No, esa
distinguida dama solo visitaba las casas humildes, los ranchos empobrecidos
para demostrar su inefabilidad circunstancial.
Y no es que vuestras clases elitistas no cometieran delitos, no. Lo que
ocurre, es que el precio de la impunidad era accesible solo para Uds. El
amiguismo, el compadrazgo, la camaradería mal concebida y el compañerismo de
partido después de ciertas posiciones políticas, hacia que vosotros fuerais
intocables. Así transcurrieron vuestros años felices. Mientras el pobre no
estudiara, mientras no leyera, no había peligro. Todo estaba en orden. Entonces
en Venezuela no había confrontación, ni luchas de clases, ni el país se dividía.
Claro. Legalmente solo existía una clase social que controlaba todo. Lo otro,
otra clase social, ¿cual? Se sabían de la existencia de algunos alborotadores,
que por ociosidad, osaban exigir aumento de sueldos, pero para la solución:
represión, cárcel, expediente negro o desaparición y uno que otro escalamiento
masivo de despidos, para que entiendan como es la paz social y el orden
establecido. Ahh, Esos si eran días felices, se podían tener una peonada para
cuidar las fincas, sin mucho costo, sin sindicatos, sin salarios mínimos, sin
seguro social, sin cesta ticket, sin fideicomisos, ni prestaciones sociales. Había
unos oportunos cinturones de miseria, de donde se extraía la mano de obra
barata para las empresas y casi regaladas. Eso era un paraíso. Vivíamos en paz
y quien pretendiera romperla exigiendo cosas, le dábamos su paz sepulcral y
listo.
Hoy con esas Escuelas, Liceos y Universidades abarrotadas de pueblo, te
invade un miedo horrible. Se acabó la paz en Venezuela. El comunismo se les
vino encima y destruye vuestro paraíso. No, eso no es posible, no lo pueden
permitir ¿Quién les trabajará de gratis?
¿A quien podrán vejar sin recibir castigo? ¿Donde se irá vuestra
impunidad empresarial? ¿Qué será de vuestra alcurnia?
¡Ya se! Empezaran por quemar esos Libros insurrectos, quemarán los
Pre-Escolares con los niños de los irreverentes adentro. Incendiarán sus
Universidades, asesinarán a sus representantes y a quienes les garantizan su
nuevo orden social insurreccional. Han de
hacerles saber que solo la educación privada, católica, apostólica y pedófila,
junto a la sionista, tienen derecho a existir ¿Cuándo se ha conocido en la
historia humana un pueblo culto, estudiado y preparado? No y no, Hay que
quemarlos, matarlos, los odiamos, los odiamos ¿no entienden? Los o .d .i. a. m.
o. s ¿No se entiende eso? Ahora los
asesinaremos, por que Uds. son chusmas violentos. Los quemaremos por que Uds.
Son “bidentes” que nos odian al querer cambiar las reglas sociales. Uds. nos
quieren robar lo que con tanto esfuerzo les hemos saqueado a fuerza de
explotación, engaño, represión, prisión injusta, asesinatos selectivos y uno
que otro masivo.
Yo no se a quien carajo se le ocurrió masificar la educación y la
lectura ¿Dónde se ha visto un pueblo que participe en la conducción y
preparación de su destino?
Debo confesar que tengo miedo. Ahora ¿como engaño, como robo, como
exploto? ¿Cómo podre tener grandes capitales, si tengo que trabajar y dejar de
robar? Tengo ganas de decir groserías. Pero
mi alcurnia me lo impide. En cambio… Ya se lo que haré y, que es más decente:
contratare asesinos de los que tienen los oligarcas de Colombia, Centroamérica
y Estados Unidos, pondré bombas explosivas, engañaré incautos para destruyan
todo a su paso, pediré una invasión a mi país y que masacren a los osados
insurrectos comunistas. Estafaré con los precios, esconderé los alimentos,
secuestraré comunidades enteras con barricadas, fuego y plomo, destruiré toda
la vegetación de las ciudades, acabaré con la fauna. Incendiare las ciudades.
Si, eso haré. Es más decente, con clase y me permitirá volver al pasado
glorioso de mi reinado de clase. Pero ¡Ay!
¡Ay! De los que osaron pretender ser iguales a nos…
*******************
Después de
ir a tus entrañas mentales ególatras, señor odiador oligarca. Puedo entender perfectamente tu absurda
conducta. Entiendo tu miedo y comprendo tu maldad. Pero debo decirte, que no
volverás jamás a volver a hacer lo que una vez hiciste.
(*)Abogado Con Patria
Facebook, Javier
Monagas Maita
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