Javier Monagas Maita
Los seres humanos llevamos dentro de nosotros una llama invisible, que aún en las más adversas situaciones nos da el vigor, la fortaleza y la convicción de que seremos vencedores. Esa llama se hace mas fuerte mientras más fortalecemos la conciencia o mejor dicho mientras más reconocemos el derecho, la razón y la obligación de cambiar todo lo que está mal.
Es cierto que en este proceso, ha habido muchos errores de parte de todos, desde lo más alto a lo más básico de la estructura. Y siendo franco es normal. Así mismo, sería iluso creer que el enemigo se quedaría de brazos cruzados, esperando ver, como les molemos sus espacios corruptos y en descomposición. No, ellos sienten la pérdida, lo mismo como la sarna siente cuando se hace el aseo y la curación.
Nuestra falla básica está en los cuadros medios concientizados. Hemos caído en un error gravísimo ¿cuál es ese error? Permanecer a la expectativa esperando lineamientos y órdenes para hacer nuestro trabajo, dejando los espacios libres para que el enemigo interno haga su trabajo demoledor y se fortalezca dentro de la estructura del partido. Nos hemos auto limitado en la expectativa de esperar una rectificación que nunca llegará; nunca llegará, porque nadie es pendejo para auto aniquilarse. Esperamos milagros cuando ya ni siquiera creemos en curas pedófilos. Pero esas cosas pasan, las vendas no siempre son de telas y están en los ojos, también hay vendas ideológicas y son mentales, que son más oscurecedoras.
Definido el panorama sobre los objetivos a conquistar, debemos dedicar más tiempo en avanzar y menos en distraernos en el enemigo interno y externo. Debemos clarificarnos: solo haciendo el trabajo ideológico en base a nuestras posibilidades y capacidades TENDREMOS REVOLUCION. El enfrentamiento natural con el enemigo (es enemigo todo aquel que nos combate incluso pretendiendo segarnos la vida y, eso es lo que ha hecho la derecha reaccionaria pro capitalista) es inevitable en la medida que lo desplacemos de sus espacios de dominación. La táctica que empleemos, debe considerar dentro de su acción ese enfrentamiento, pero debemos ser capaces de provocarlo en los sitios y momentos favorables, pero que sea como consecuencia inevitable de nuestro avance y no de una lucha improductiva y sin objetivos claros. Lo que hemos venido haciendo hasta ahora ha sido una simple trifulca sin pretensión de tomar el poder, clave para avanzar en nuestras metas, y en las cuales el enemigo interno ha ganado por no haberles dado la batalla en los términos favorables a nosotros.
Ahora bien, si queremos una revolución, debemos actuar para tener revolución ¿Cómo es eso de querer hacer un cambio radical y actuamos con las normas, reglas y términos de la burguesía capitalista? Eso no es revolución, se llama reformismo. Entonces empecemos ahora a organizarnos, a fortalecernos con los que como nosotros, creen en una nueva sociedad más allá de lo material o de la posición en la estructura organizativa, pero con la claridad de la responsabilidad y la voluntad por hacer los cambios por encima de lo individualista. Trabajemos, combatamos más, critiquemos menos. No hay excusas, olvidemos las pequeñeces materiales, generemos la discusión necesaria hacia la concientización en base los valores del socialismo sin pararse en pequeñeces personales
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